Capítulo 2

23 3 0
                                    

Enzo y Samay son nuestros mejores amigos fuera del clan, para ellos mi hermana y yo nos mudamos a vivir con Lucas y sus padres a raíz de perder a los nuestros después de un accidente de coche una noche de tormenta cuando regresaban de "visitar a unos parientes lejanos", su coche fue arrastrado por la riada y jamás se los encontró; hasta creamos una noticia falsa en la que se hablaba del supuesto accidente, si llegasen a descubrir la verdad... -sacudí la cabeza con algo de brusquedad intentando eliminar las imágenes de mis amigos cayendo en las garras de los vacíos, y me centré en lo que me iba a poner para su fiesta de cumpleaños; después de sacar y volver a colocar casi la totalidad de mi armario, opte por usar un conjunto de top y falda con fondo crema y estampado de hojas en gris, el top iba atado a la parte posterior del cuello dejando parte de mi espalda y hombros al aire, la falda era de cintura media-alta, larga hasta casi los tobillos con una raja en el lateral izquierdo que comenzaba varios centímetros por encima de la rodilla, una sandalias estilo romano en color gris perla y un pequeño bolso negro, estaba peleándome con el cierre de la sandalia cuando mi hermana apareció, al verla solo pude pensar en una cosa:

-¡Me has robado la falda!- efectivamente, mi querida hermana ha cogido mi falda color crema -con el mismo diseño que la que yo estoy utilizando ahora, pero diferente estampado; (el suyo es de pequeñas plumas blancas), acompañado de un top granate de cuello halter, sandalias blancas y bolso del mismo color que el top-

-Técnicamente no es robar si no tomar prestado hermanita

-Coger algo que no es tuyo sin permiso se llama robar-repliqué cruzándome de brazos-

-Madre luna dame paciencia... Bi cariño estás actuando como si nunca fuese a devolvértela cuando sabes que si lo haré, ¿me vas a decir de una vez que es lo que te ocurre? la verdad Bi no una de tus mentiras

-¡Enzo y yo estamos saliendo juntos!- solté de sopetón cansada de guardar el secreto que parecía crecer con el paso de los segundos, amenazando con aplastarme -

-¡¿Cómo?! ¿desde cuando? ¿y porque no me lo has contado?

-a ver para el tercer grado ¿vale? me lo ha pedido esta mañana y si no te lo había contado ha sido únicamente por falta de tiempo-repliqué-

-¿Y cómo te lo ha pedido?

-De una forma única como él -sonreí al recordarlo-

-¿Vas a hacer que te ruegue que me lo cuentes?

-A lo mejor ... -fingí dudar unos instantes- es broma, ¡claro que te lo voy a contar!

-Flashback-

Al salir de clase me dirigí -como siempre- al viejo árbol centenario para leer un rato mientras os esperaba.

Cuando llegué al lugar donde suelo leer enseguida me di cuenta de que algo no estaba como siempre, entre las raíces que crean el pequeño "nido" en el que me solía sentar había una pequeña bolsa verde oscuro atada con un fino cordón marrón, con mucho cuidado deshice el nudo y miré en su interior; encontrando pequeños trozos de papel, algunos tenían unos extraños trazos, como si alguien hubiese escrito algo para después romper el papel, vacié la bolsa sobre mi libro y me dispuse a intentar unir de nuevo los trozos curiosa por saber que ocultaba esa misteriosa bolsa y quien era su dueño.

Cuando terminé no me podía creer lo que estaba viendo, era un dibujo del lugar donde conocí a Enzo, el pequeño lago llenos de pájaros que se posaban en sus aguas buscando un pequeño alivio de sus viajes, el césped que empezaba a necesitar que alguien lo cortase, el cielo sin una nube con el sol inundándolo todo con su cálida luz, la vieja valla de madera, cuyos postes estaban astillados y llenos de moho, a mucha gente no le gustaba pero a mi me parecía -y me sigue pareciendo- que le da un toque... mágico al lago. Enzo y yo estábamos en el centro tal y como somos ahora; con mis dedos seguí cada uno de los trazos de su dibujo; su rebelde cabello castaño, su piel clara con algunas pecas sobre la nariz y las mejillas enmarcando sus ojos color índigo, creando un brutal contraste entre la dulzura de estos y la picardía de su sonrisa, al contrario que en la vida real Enzo no lleva su inseparable chaqueta de "cuero" marrón chocolate, sino que únicamente usa una camiseta azul oscuro junto a unos pantalones grises semi desgastados, al dirigir la mirada hacia donde estoy yo capté un detalle en el que no me había fijado antes; en la madera donde descansaban nuestras manos, había una frase parcialmente tapada por el moho de la madera, aunque este no impedía su lectura:

¿Quieres ser mi novia?

-¿Qué dices preciosa? ¿aceptas?

Giré tan rápido que uno de mis pies se enredó con una raíz suelta haciendo que tropezase, cerré los ojos esperando el inminente golpe cuando Enzo me pegó a su pecho haciendo que parte de su calidez se instalara en mi; solté un murmullo casi inaudible por el leve dolor en mi tobillo y por mi torpeza, mientras me apartaba ligeramente de él para poder recuperar aunque fuera una mínima parte de mi dignidad.

-¡Caray Bi no era mi intención asustarte!-dijo mientras rascaba su nuca- hace tiempo que pensaba pedírtelo y.. quería que fuese especial por eso decidí que le mejor sitio era aquí ya que siempre que vienes tienes una preciosa sonrisa iluminando tu cara -dijo con un tierno sonrojo adornando sus mejillas-

-Sí-me miró sin comprender- la respuesta a tu pregunta es si -dije sonriendo-

-No te arrepentirás princesa, te juro que te haré la chica más feliz del mundo- murmuró con sus labios a escasos milímetros de los míos.

-fin del flashback-

-¡Quién lo diría! ¡Enzo nos ha salido todo un romántico!-comentó mi hermana burlona- sabes que solo bromeo ¿cierto? estoy muy feliz de que puedas estar con el chico que te gusta...-fruncí el ceño ante la pausa de mi hermana, ¿a qué venía eso? no puede seguir pensando que yo... qué Lucas... ¡solo estaba confundida!

El Bosque de los CambiantesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora