Instinto

Capitulo 5

Complice

[Jacqueline]

El frío de la madrugada recorre mi cuerpo. La puerta sigue abierta y el no ha vuelto. Se supone que solo iba por una cerveza en la esquina.

—¿Donde mierda te metiste papá? — Pregunte en voz alta. Salí a la acera y mire hacia la tienda del fondo. Que, claramente estaba cerrada.

Gire mi rostro y observé salir de entre unos arboles a dos chicos. Me asuste, eran casi las dos de la madrugada. Tenían el cabello rubio, el cual brillaba con los rayos de luna. Tenían dos bolsas negras que no me dieron buena espina. Entre a casa y cerré la puerta sin seguro.

Por si papa volvía, no estuviera gritando como desquiciado en la puerta.

No se en que momento a Dios (si es que existe un Dios) se le ocurrió quitarme mi único apoyo y dejarme tambalear. ¿Como pudo quitarme a mi madre? Mi alegría, mi vida y mi único motivo de sonrisa.

Cada parte de mi ser la extraña, extraña ver como llegaba del trabajo cansada pero feliz de encontrarse conmigo. Extraña amanecer y que me animara a sonreír, mi mamá que me defendía del que decía ser mi padre recibiendo ella cada puñetazo, patada o bofetada que iba dirigida a mi. Ya sea por ser grosera o no cumplir alguna orden. Cada moretón que debió ser mio, lo llevo ella.

¿Como pudieron quitármela?...

Se la llevaron lejos de mi...

Ella nunca me dejaría sola...

Yo la estaba esperando, como todos los sábados después de su trabajo en la plaza del pueblo vecino...Milley.

La tarde estaba fría. Cargaba mi suéter favorito y el cielo anunciaba que la lluvia se aproximaba. La hierva rozaba mis dedos mientras la gente pasaba caminando tranquila, Milley es un buen pueblo, no hay pobreza por lo tanto no hay crímenes. Es un sitio muy seguro, o quizás eso creía yo.

Ese día pasaron de las cuatro de la tarde y me extrañe, ella, era muy puntual. La llame y nunca contesto a excepción de una vez donde atendió la llamada llorando y solo susurro con mucha delicadeza, como si fuera el mayor secreto pero dolió y quemo todo en mi.

No llames mas.

Y colgó, y no respondió mas hasta que sonó fuera de servicio.

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— Buenos días bebé — Saludó Noah mientras me acercaba a su enorme casa.

— Buenos días amor
— Lo salude. Tomo mi rostro para dejar un casto beso y examino con extremo cuidado sobando mis pómulos.

— tus ojeras están mas profundas de lo normal Jacqui
— Apunto a lo que asentí.

— Papá salio a noche y no ha vuelto — Entrecierra los ojos.

— Eso es normal ¿No?

— Pero, acababa de llegar y tengo un mal presagio.

— Ignora eso, entra y arreglate.

Le agradezco y entro a la mansión Lenoz. Donde mi madre trabajo toda la vida, hasta esa ultima tarde.

Subo las escaleras con fatiga y cruzo pasillos dignos de una casa tan grande hasta llegar a la puerta del baño. Lo abró y por un momento todo el blanco del sitio pareciera cegare, cierro y abró los ojos y en un parpadeo una gota roja sobresalta en la ceramica color hueso.
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