Una reina desesperada se dirige a su pueblo pidiendo, no, exigiendo, a todos que buscarán al más fuerte de los hombres al fin liberar a la princesa de las garras del terrible dragón, no era la primera vez que hacía esta demanda, decenas de hombres competentes se habían marchado rumbo al castillo maldito, sólo para terminar pereciendo cruelmente, la última alma en intentarlo logró regresar pero a su vez llevándose las ganas de quienes querían ayudar.
El día que retornó, un viejo comerciante a las afueras de la ciudad lo había vislumbrado a lo lejos, llenándose de emoción y alegría alertando a los que estaban cerca de él mientras se acercaba al guerrero, varias cosas pasaron por su mente, la felicidad de verlo con vida, ya que conocía al muchacho de pequeño, pensó por un segundo en la princesa, y dio un rezo fugas por su alma, para esas alturas sólo la reina mantenía la esperanzas de que estuviera con vida, nadie se atrevía a contradecirle, ninguno aceptaba la misión ya por la doncella sino por la fama y fortuna que supondría vencer a la mítica criatura, cuando tuvo al frente al notó algo raro, sus pupilas estaban en extremo dilatadas y su piel casi traslúcida, podía ver los caminos que las venas formaban, pidió ayuda y entre varios lo llevaron con un galeno. Recibió una visita de la reina quien se aproximó al enterarse de su llegada, se acercó resignada hasta él, fallando al contener las lágrimas de lo que el joven le comunicaría, pero no dejando que estás afectarán el tono de su voz.
- Ella está... ¿Lograste verla? - Pregunto luego de un momento, viendo al chico que parecía casi catatónico...de manera súbita el color empezó a volver al cuerpo del joven, pero ahora se estaba tornando rojo, como si hubiese pasado horas al sol, la pupilas se contraían pero tomaban el aspecto de las de un gato, marcas rúnicas aparecieron y una sonrisa arrogante en sus labios se formó mientras se levantaba de su cama dejando atónitos a la soberana y sus guardias, quienes se pusieron en posición de ataque al recuperarse de la impresión. Con parsimonia el chico se acercó a uno de los guardias quien sostenía la lanza en su dirección, con uno de sus dedos tocó la punta del arma haciendo que está empezará a arder quemando la manos de su portador, quién la soltó dando un alarido dejándola caer al suelo mientras el material ya maleable por la temperatura extrema dejaba su forma en el suelo del lugar.
- Nunca tendrán oportunidad si siguen atacándome con juguetes, estoy empezando a aburrirme, este reino no puede ni ofrecerme un minuto de entretenimiento, ya no tengo razones para mantener a esa chica con vida - Era obvio para los presentes quien les hablaba, no se enfrentaban a cualquier dragón, no se sabía de uno que pudiera poseer un humano a distancia.
- Por favor, te daré lo que pidas, regrésame a Ochako - Rogaba de rodillas con los brazos extendidos al frente, sus manos entrelazadas fuertemente y la cabeza gacha en señal de completa sumisión - Te lo suplico, es solo una niña.
- Ummmm, ver a la máxima autoridad a mis pies me hace sentir algo benevolente...está bien, les daré una última oportunidad, si envían a alguien que pueda entretenerme por al menos 5 minutos les devolveré a la princesa sana y salva, tienen 5 días para conseguir a esa persona - Y con la rapidez que apareció se fue, dejando a débil un muy aturdido chico que apenas y pudo sostenerse en pie.
A partir de ese momento el reino entero se volvió un caos, buscando al indicado, los que se creían los más fuertes rechazaban la oferta, ni las amenazas lograban cambiarlos de parecer, es que ya todos sabían a los que se enfrentaban y nadie era lo bastante suicida para aceptar o bueno casi todos. Un hombre, aunque si a varios le preguntarán se referirían a él como un niño, se hallaba desde el secuestro de la princesa intentando que lo tomarán en serio, se había ofrecido a la expedición más veces de lo que podía contar; al acercase el plazo la reina se hundía cada vez más en la miseria, ya habían mandado a cortar un par de cabezas por no asumir su mandato, pero de nada le servía si estos no iban por cuenta propia, no poseía el poder de controlar a los demás aunque lo deseara con todas sus fuerzas. A un par de días de la muerte segura de su hija un alboroto se escuchó afuera de sus aposentos, maldiciones y pasos se oían cada vez más cerca, la puerta se abrió abruptamente dejando ver a los guardias encima de un jovencito que trataba desesperadamente de liberarse de su agarre, desde el suelo grito.
- Su majestad, le suplico dejarme ir a por el dragón, juro que puedo ayudar, sólo...- Palabras trataban de abrirse paso a través de la mano que cubría fuertemente la boca del chico.
- Mi reina, lamentamos haberla molestado, este mocoso es más escurridizo de lo que parece, nos lo llevaremos en este instante -.
- ¡No, espera! Déjalo hablar - La mujer se había levantado para apartar a los sus protectores del chico, no sabía porque, pero algo le pedía confiar en ese joven - Estás bien, ¿Cuál es tu nombre? -.
- Si, gracias majestad, me llamo Midoriya Izuku, he tratado de ayudar por mi cuenta pero no dejan que nadie salga del muro sin autorización, si me lo permite lograré que la princesa regrese - Dijo totalmente convencido de sus palabras.
- Que alguien le dé el caballo más rápido del establo y cualquier otro elemento que necesite para el viaje - Ordenó la reina.
- Pero mi...- Intento replicar uno de los guardias.
- El siguiente que me contradiga pondré su cabeza en una estaca - Se escuchó un "¡SI!" de todos los hombres retirándose del lugar - Te doy mi bendición - Un beso fue dejado en la frente de Izuku quien sonrojado contestó.
- No le voy a defraudar -.
- Se que no - Con ánimos por completo opuestos de los que tenía hace unos minutos acompañó al peliverde asegurándose de que obtuviera todo lo necesario, la mujer pensaba que si cumplía su palabra quizás hasta dejaría de desposara a su unigénita.
Fue escoltado hasta las afueras del Reino, el viaje a pesar de ser duro y solitario se le hizo corto, su corazón no dejaba de martillar, deseaba haber hecho el recorrido antes, se hubiese evitado mucho sufrimiento a la reina, parecía que había envejecido veinte años desde que solicito al primer caballero, había estado allí entre la multitud, ofreciéndose de inmediato, recibiendo carcajadas por parte de los testigos, por suerte no se dejó amedrentar.
Se hallaba a las puertas del castillo, no se escuchaba nada, no parecía haber siquiera vida animal dentro o fuera de este, sus pisadas sonaban muy fuerte escuchándose como un ejército debido al eco, era enorme, aunque parecía inhabitada todo se encontrada impoluto y en su lugar, no le sorprendía conociendo a su dueño.
Llegó hasta la parte más alejada, la cuál era en jardín trasero, una vez tocó el césped del lugar un rugido se escuchó y un dragón de unos 3 metros cayó cerca de él con una al parecer muy divertida princesa sostenida en una de sus garras que hasta hace un par de segundos tenía sus brazos levantados disfrutando de paseo extremo.
- ¡Suéltala, es a mí a quien quieres Kacchan! - Exclamó el pecoso.
- Oh, ¿Es él? - Preguntó la princesa con auténtica curiosidad - Se ve lindo y suave, vaya contraste contigo Bakugo - Su pregunta no fue contestada, fue dejada (de manera algo brusca si le preguntan) en el suelo.
- Te habías tardado nerd - El largarto gigante se había transformado en un hombre apuesto que se acercó velozmente al joven sin darle tiempo de iniciar el discurso que tenía preparado.
- Emmm, si...yo sé dónde está la salida - La chica se sonrojo al ver cómo ambos hombres parecían devorarse, no dudaba que lo harían allí mismo, al menos tuvo una buena imagen antes de ir hasta donde se encontraban las personas que habían ido antes por ella y se hallaba dormidas en un hechizo del dragón mientras aparecía a quien realmente esperaba, no se lo diría a su madre pero está experiencia había sido más unas vacaciones que un calvario, sus días habían consistido en escuchar las penas amorosas Bakugo, quien se negaba a buscar directamente a su amado por una tonta pelea que tuvieron la última vez al verse, recorrer el castillo y sus alrededores, incluso había volado con él, se convirtieron en una clase de amigos, y en cuanto pudiera regresaría a ver cómo le iba a la feliz pareja, tal vez después de la luna de miel que al parecer sería larga y movida.
Nota de autor.
Esta historia había sido escrita para el libro del reto de los 60, pero ya me resigne en que no lo puedo hacer, me quedé sin tiempo :c Lo bueno es que tengo borradores que no serán desperdiciados :3
La idea la saqué de un meme que estuve buscando incesantemente para mostrarlo pero se perdió en los confines de mi conversación de Whatsapp con el editor :c
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Cambio de estaciones [Katsudekukatsu]
FanfictionEste libro participa en el evento "BKDK Primavera/Otoño 2021" Día 1: Abrigo - Otoño Día 2: Lluvia - Primavera Día 3: Cortejo - Primavera Día 4: Idols - Aleatorio Día 5: Alergias - Primavera Día 6: AU Medieval - Aleatorio Día 7: Caída - Otoño Día 8:...