Capitulo 4
"¿Por qué debería de estar triste?
He perdido a gente que no me amaba, pero ellos perdieron a alguien que los amaba."
Mario Benedetti.
Su historia era verdaderamente hermosa... Pero se terminó hacía ya mucho tiempo.
«Una bella pelirroja se encontraba sentada en el asiento del copiloto atada de manos, con una expresión llena de preocupación, miraba constantemente a todas direcciones, implorando a los presentes que estaban en los demás vehículos que lo encontraran, no dejaba de observar la parte de atrás del auto, esperando impacientemente a la persona que pronto sería su compañero de vida.
A lo lejos se podía escuchar una respiración exageradamente jadeante, era el, corriendo con paso acelerado, abajo, gritaron, disparos, muchos de ellos estaban disparando a cualquiera que fuera su objetivo.
"Se paciente, él está bien, estarán bien, solo quédate quieta" eso le decían, tratando de calmarla, mas no podían, ella lo necesitaba, quería que estuviera a salvo con ella, ellos dos nunca eligieron ser parte de las atrocidades que hacía la familia de él, pero debían soportarlo, de no ser por eso no podían permanecer juntos por más tiempo.
Tenían miedo, solamente eran unos chicos que acababan de terminar la preparatoria, ella nunca fue criada para tener que vivir en estos escenarios, tampoco la prepararon para ver lo que sucedía en el lugar en donde ocurrían la mayoría de sus pesadillas al tocar la almohada, pero no podía rehusarse, la habían acogido en su hogar, y su familia la había abandonado, o eso fue lo que le hicieron creer.
De pronto, la puerta del auto donde ella estaba, se abrió, fue tomada bruscamente del brazo y llevada casi a rastras hacía otro vehículo.
- ¡Deja de llorar maldita sea! -Le gritó uno de los hombres que iban en el auto, después de propinarle una bofetada, ella ya se había acostumbrado a recibir estos tratos por parte de algunos miembros de esa familia, también debía sobrellevar el hecho de ser callada constantemente, decían que las mujeres no debían opinar en publico o tan siquiera dirigirles la palabra mientras ellos no se lo permitieran.
El se daba cuenta de como estaba siendo tratada ella, mas no le importaba en ocasiones, la quería, pero lastimosamente fue educado como sus superiores, y tenia sus mismo ideales, la pelirroja cumplía con la mayoría, pero habían actitudes que no le agradaban a ninguno de todos los que la rodeaban en esa casa, su positividad, alegría, el hecho de que pensara más a menudo que las otras chicas del lugar, ella no era la única femenina, habían más de cinco, la mitad de ellas, novias de los hermanos y las demás eran parte de la servidumbre, aunque pocas eran las veces en las que la dejaban conversar con las últimas, a ella les agradaban mas que a cualquiera otra de ahí, no congeniaba con las que debían de ser de su "clase", eran muy superficiales, casi ni le dirigían una palabra a la pobre y solitaria chica, aunque a ella se le hacia mas grato estar sola en la habitación que se le había sido concedida. Al fin de cuentas ella estaba bien, o eso creían todos, ella siempre se lo repetía mientras tallaba sus heridas.