CAPÍTULO 1

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Sinaloa, trece de febrero, 2010.

El principio del fin.

Marena.

Los pies me duelen de tanto caminar, mamá siempre dice que hace bien; pero hacerlo demasiado tiempo ya es mucho. Traigo las dos mochilas ya que Dariana odia cargar y a mi no me molesta en nada.

Llevamos más de quince minutos en la calle; damos la vuelta llegando a la casa y dejo las cosas tiradas mientras corro a la cocina, por el olor que hay se que es lo que prepara.

Me tiro en él sillón a esperar; no tengo ganas de hacer tareas, solo observo cómo Dariana se enoja por no poder terminar la de matemáticas. Siempre ha tenido problemas con esa materia.

No se si es el olor o que ya me dio hambre de verdad, pero me desespero mas con la comida. La puerta suena y nadie se levanta para abrirla; sigo desesperándome y siento que la comida no tiene nada que ver.

La puerta suena de nuevo y no quiero levantarme a abrirla, espero a que alguien más lo haga; suena de nuevo con más fuerza, el aire me comienza a faltar, siento presión en el pecho y la puerta vuelve a sonar con más fuerza mientras sigo ignorando.

Esta vez resuena con más fuerza cuando por fin mi papá se levanta a abrirla, mira a mi madre mientras quita el seguro y un desconocido entra empujando, cae al suelo y cuando estoy por moverme para ayudarlo logra levantarse.

—¿Quiénes son? —Pregunta y el tipo sólo ignora.

Nadie sabe que está pasando, el hombre grita vulgaridades preguntando por Marena Hill, a ella no la conozco y no se si tenga que ver algo ya que también me llamo así, pero ese no es mi apellido.

La gruesa voz que carga me hace temblar y trato de acercarme a mi madre cuando me tapo los oídos con los ruidos que me revientan el tímpano.

—¡¿Por qué lo hicieron?! —Me hace temblar y mi mamá se acerca a Dariana tomándola en sus brazos para acercarse a mí antes de que un ruido ensordecedor la detenga quedando perpleja, lo he escuchado en películas, son disparos.

Baja a Dariana de sus brazos y se arrodilla llamándome en susurro, —Ven —Mi padre aún sigue detrás de ellos y se que está intentando pensar una forma de salvarnos, pero si se mueve lo mataran en un segundo.

Dos tipos más entran, luego otros cinco o diez no sé ni cuántos son, voltean a todos lados cómo buscando algo, cómo no lo encuentran, miran a mi papá.

—¿Dónde está?. —Vuelve a preguntar el mismo sujeto que lo había hecho minutos antes, no sabemos de qué esta hablando. La tal Marena Hill no está aquí.

—No… no sabemos de qué hablan. —Veo a mi madre ya con sus mejillas rojas y llenas de lágrimas, ni cuenta me había dado del miedo de mi madre y mi hermana quien también llora abrazada en su pecho. —Mami, ¿qué pasa?. —Pronuncia mi hermana.

—¡Hablen ya!. —Tiene una mirada diabólica, que me vuelve tan débil, vuelve a gritar lo mismo y mi papá mira confundido. El pecho me vibra y siento que el aire se me va cada segundo mas.

—¿De qué hablan?. —El tipo sólo sonríe y saca unas fotos de su bolsillo del pantalón.

No sé qué hacer, mi mente me grita que me mueva, pero mi cuerpo me lo impide, lo siento pesado. Se que puedo con esto, pero los nervios y la adrenalina que traigo dentro me dejan sin nada que pensar. Mi papá toma las fotos y comienza a llorar, me muevo un poco para caminar en su dirección.

«¿Qué es lo que está viendo?».

Los tipos alzan sus armas y a mi me da por comenzar a llorar desesperadamente, no quiero que nos hagan daño, necesito hacer algo. Volteo a ver a mi mamá y hermana que siguen en la misma posición… Llorando.

WHITEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora