CAPÍTULO 2

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6 años después, Volgogrado.

Sacrificio.

Marena.

Hace seis años que vivo en este infierno, la niña ya no está, ahora es una mujer que odia que todo siga igual. Cada golpe que recibo hace que mi vida sea más miserable.

Las torturas no paran, Galip lo hace cada noche y termino con la piel roja y llena de sangre.

El cumpleaños de mi hermana fue peor que el mío, aún no supera la muerte de nuestros padres y cada que me llevan a verla todo el tiempo llora. Su mirada dejó de brillar, está apagada, no quiere comer ni dormir.

Le prometí que saldríamos de este lugar, he visto mil maneras de escapar y todo está lleno de hombres, no tengo idea de como hacerlo; pero le di mi palabra y la voy a cumplir.

¿Me llevarás al mar?... No supe que decir, solo asentí con dolor en el pecho mientras ponía sus manos en mi cara llorando cuando vio los moretones y las marcas dejadas por…

Voy a cumplir mi promesa, no me importa si eso me cuesta la vida o no, pero lo haré por ella.

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—¡Я не вернусь, ты слышала меня! —Gritan fuera del calabozo oscuro donde me tienen amarrada en lo que creo es un catre, solo con bragas y sostén puestos. No es nada del otro mundo, ya estoy acostumbrada, no me da vergüenza.

(«No voy a regresar, me oíste»), Entiendo cada palabra dicha en Ruso, el idioma en el que me hablaba y arremetía cada vez que no lo entendía. Llevo todo este tiempo saltando de lugar en lugar; y al menos aprendí un idioma que es muy difícil aunque detesto haber tenido que soportar humillaciones, abusos y acosos de cada socio que tiene Galip.

Habian veces que me encerraban en una jaula y me hacían trabajar de mesera en bares a los que iba, siempre en ropa interior, llena de miradas morbosas que me hacían querer desaparecer.

Los pasos afuera se acercan, segundos después la puerta se abre y el… El chico que hace años vi cuando me torturaron por primera vez.

Sus ojos… Los mismos que capté, siguen siendo igual, brillan y siento que absorben vacíos enormes que logran hacerme suspirar.

“No me quiero ir de aquí.” —Ahora recuerdo y entiendo que fue lo que dijo esa vez.

—А это кто? — («¿Quién es está?), pregunta mirándome a los ojos con la misma sorpresa que todos para después recorrer su mirada en mi cuerpo, observo cómo se oscurece poniéndome nerviosa, pero esta vez no me siento en peligro. Se queda serio volviendo a ver a su padre, no se qué edad tenga, pero no se ve tan mayor, es mucho más guapo de lo que yo recuerdo.

No me recuerda o tal vez ni sabe que existo, claro cómo iba a hacerlo si la vez que yo lo vi él estaba enojado y ni cuenta se dio de que estaba siendo torturada. Él no sabe nada de mí.

Es alto, centímetros menos que su padre, tal vez un metro setenta y cinco, «creo»; unos brazos largos, anchos y musculosos, abdomen definido, una v  perfecta que se alcanza a ver por encima de su ropa. Espalda ancha y venas marcadas. Demasiado guapo, como para abrazarlo y comérmelo a…

«Estoy loca».

Cabello castaño oscuro, mismo color de ojos que el padre, miel como los de él, pero con tonos verdes en la orilla de la pupila; pestañas largas, labios gruesos y rosados, bronceado, mentón grueso, mirada penetrante tanto como la de su hermano (al que he visto solo una vez).

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