CAPÍTULO 1

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Nephthys

Me martillea la cabeza con el sonido insoportable de la alarma en mi teléfono dándome a entender que tengo que levantarme para ir de nuevo a la universidad.

Me pongo de pie y voy directamente al baño de mi habitación parándome frente al lavabo y viendo mi reflejo en el espejo, tengo unas enormes ojeras, mi piel súper pálida —más de lo normal—, tampoco me gusta como se ve mi cabello el cual está todo enredado, me lavo la cara y me cepillo los dientes después entro a la ducha en la cual tardo una hora para salir.

Antes de salir de mi habitación tomo mis cosas para ir a clases y de inmediato me voy directo a la cocina, bajando las escaleras me encuentro con la sorpresa de que mi madre preparando el desayuno, el rico olor del bacón, huevos y hotcakes inunda mis fosas nasales poniéndome a babear en un instante.

—Buenos días mamá —saludo tomando asiento en uno de los taburetes que están cerca de la isla de la cocina.

Con mi mama hablo en español ya que ella es de Honduras y se siente más cómoda hablando en su idioma natal.

—Buenos días hija ¿dormiste bien? —pregunta aún sin mirarme todavía ya que está de espaldas a mí haciendo el desayuno.

—Si, dormí perfectamente —miento, ir con Cleo y Seth a la fiesta de inicio de año no fue una buena idea porqué parece que toda la habitación está dando vueltas y mi dolor de cabeza es aún más insoportable.

No soy mucho de ir a las fiestas de la universidad, pero decirle un no a Cleo es como decirle que le salió un tercer ojo en la frente, así que ella siempre se las arregla para hacer una drama agotando todas mis energías y más cuando dice que me sacará de casa ya sea con Seth llevándome sobre su hombro o haciendo que uno de los ayudantes de su padre me cargue hasta su auto.

—Me alegro demasiado, sabes que tu última psicóloga dijo que tienes que dormir bien para que tu cerebro trabaje correctamente —dice haciendo que mi cuerpo se tense por completo—. No me gustó que fueras de fiesta con Cleo y Seth, sabes que eso no es bueno para ti.

—Lo sé, mamá —digo a lo que ella se da la vuelta al escuchar mi tono de voz cansado.

Sus ojos cafés tan distintos a los míos se entrecierran dándome una mirada acusadora llena de reprimendas y emociones que no puede soltar con su boca, enojo, decepción, entre otras.

—Sabes que lo que te digo es por tu bien Nephthys —dice—, no quiero que tengamos una situación como la que tuvimos el año pasado.

Desde que se enteró de mi último problema ella se aseguró de que fuera a un psicólogo pegándole una buena cantidad de dinero para que le dijera todo lo que se hablaba en nuestras sesiones. Nunca duran más de tres sesiones conmigo y la verdad no entiendo el porque, pero desde entonces he tenido más de 5 psicólogos en el último año.

—Dije que lo se, mamá —digo—, pero también tienes que saber que yo no me voy a convertir en uno de tus sueños frustrados los cuales no pudiste cumplir cuando aun eras joven. No soy y jamás seré la persona en la cual me quieres convertir para sentirte realizada. —Mi voz sale más grave y rasposa de lo planeado y sus ojos se abren como platos por el tono oscuro y lleno de irritación que tiene mi voz.

No me malinterpreten, amo a mi madre, pero no puedo ser algo que ella pueda manejar a su antojo y por eso la relación que tengo con ella no es una de las mejores, porque dice que dentro de mí vive algo que ella aborrece completamente.

—Te ves hermosa —dijo cambiando el tema de manera abrupta, porque esto es lo que hace. Cada vez que no quiere liderar conmigo busca la manera de ignorarme o cambiar de tema.

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