Capitulo 1

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Gaia amaba el silencio sobre todas las cosas. Cuando sus padres y abuelos salían a trabajar o incluso se iban sin ella a disfrutar por hay. El silencio le permitía concentrarse y pensar. Pensar en cómo realizar su siguiente hurto. Por que a pesar de que su madre no la dejaba ir a la escuela. Ella disfrutaba leer. Actividad que, por supuesto mantenía oculta de su familia, los cuales, pensaban que ella era estúpida y tenía algún tipo de retraso.

El silencio y la oscuridad eran sus mejores aliados, para por lo menos, ser feliz un par de horas el día. Pero esa felicidad desapareció cuando una patrulla de guardias llego a su casa en busca de los libros que llevaban meses desapareciendo. No acusaron a nadie, pero sabían que el botín estaba en la casa.

Aquella silenciosa noche, ese grupo de desalmados interrumpió en su casa con una orden de registro. Lo pusieron todo patas arriba, hasta que detrás de una chapa de la pared encontraron el pequeño tesoro que Gaia había conseguido. Su familia se monstro consternada ante esto y rápidamente la acusaron a ella. Solo su padre, salió en su defensa cuando esos hombres la cogieron y demostrando que pese a que no lo demostraba la amaba, se entregó.

Nadie salió a defender a su padre cuando el Canciller ordeno que lo flotaran. Tampoco es que fuera una gran pérdida para el Arca. El solo era un simple limpiador. Y la justicia en ese lugar era una mierda.

A la mañana siguiente un guardia les informó de que flotarían a su padre ese mismo día y de que tenían la oportunidad de despedirse de el si así lo deseaban. Pero ¿cómo te despides de la única persona que siempre te ha querido? ¿Cómo superas que este muriendo por tu culpa?

Gaia era capaz de recordar todavía al Canciller Jaha tirando de esa maldita palanca mientras que su padre con lagrimas en los ojos se despedía de ella. La única persona que había acudido a su muerte. Irónico, ya que ella lo había causado, pero no soportaba la idea de que se fuera solo.

Las personas del Arca creían que su madre no había ido ese día a despedirse porque estaba destrozada, pero en realidad esa bruja era la persona más feliz del universo. Feliz de recibir el dinero de compensación. Esa mujer al igual que sus padres era una desalmada deseosa de dinero y poder, pese a que venía de una estación pobre. La odiaba, tanto casi como al Canciller. Quien después de bajar esa palanca y mandar a su padre al espacio, se fue tranquilamente caminando como si no fuera consciente de que acababa de quitarle la vida a una persona. Una vida inocente.

Después de eso no recordaba mucho más. Aparte del profundo odio que sintió en ese momento por todos los habitantes del Arca y lo bien que se sintió al obtener justicia, para ella y para su padre. Algo no muy bien visto por la gente.

Y así es como Gaia acabo encerrada en esa asquerosa celda que cada día se hacía más pequeña y asfixiante. En ese lugar ni siquiera se podía oír su propia respiración. A veces, a través de los conductos de ventilación, se podía escuchar a algún criminal montando barullo o incluso a los guardias abriendo las puertas para llevar a esos pequeños criminales a pagar por sus actos. Las puertas no se abrían para nada más. Por eso, cuando la puerta de su celda se abrió Gaia estaba totalmente sorprendida. Dos guardias armados entraron en la habitación sujetando una caja.

-Prisionera 115, contra la pared. -Dijo el guardia de aspecto más rudo. -Se una buena niña y obedece.

-No tengo dieciocho. No podéis tocarme.

- ¡Contra la pared! -Volvió a decir el guardia mientras sacaba su palo eléctrico.

- ¡No! -Dijo con firmeza. -No me voy a mover de aquí hasta que me deis una explicación.

El otro guardia saco una pulsera de metal de la caja que traía en las manos, mientras le daba una mirada cómplice a su compañero. Rápidamente sujetaron su brazo y la retorcieron hasta quedar contra la pared poniendo sus brazos en la espalda para que no pudiera defenderse. La chica apenas podía moverse.

In your eyes (Bellamy Blake)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora