Final

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Transcurrieron  varios días desde aquella noche del cumpleaños. Minos se encontraba recargado en la barda de los pasillos de la escuela.
Había escuchado a sus amigos mencionar que harían una fiesta el viernes al terminar las clases en  casa de Aiacos y él estaba más que dispuesto para asistir.

Con su mirada perdida a la zona de las canchas, logró divisar a lo lejos a ese joven que esa noche le robó su total atención.
Era Albafica quien caminaba a lado de uno de sus amigos de cabellos verdes alborotados y esponjosos.

Tenía una idea, quizá muy precipitada y esa era, invitar a Albafica a la fiesta y llevarlo como su acompañante.

Sin que los demás lo notaran, en una oportunidad que Albafica había dejado su mochila en su salón; Minos entró con mucho sigilo y dejó una nota dentro de sus libros con la esperanza que lo leyera y lo acompañara a la fiesta.






Cuando llegó Albafica  a su casa y sacó sus libros para  comenzar hacer su tarea se encontró con ese papel mal doblado.
Lo tomó y empezó a leerlo, al darse cuenta de la intención de aquella nota no pudo evitar dejarse caer sobre su colchón emocionado.

Era de Minos y lo estaba invitando a una fiesta. Claro que haría lo posible por asistir.

Al día siguiente aquella nota sin querer la dejó caer en los pasillos de la escuela, Lune se dio cuenta de ese papel y comenzó a leerlo.

— Minos...  Con qué tendrán una fiesta.

Murmuró molesto arrugando aquel trozo de papel mientras lo aventaba al bote de basura más cercano.
Él también quería ir o de lo contrario buscaría delatar a su primo ante sus padres para que no lo dejen salir  con un sujeto sin beneficio alguno como le pasó con Minos.




Cuando llegó el fin de semana, Lune se había encargado de molestar a Albafica con aquella fiesta, estaba decidido hacerlo desistir para que no fuera.
Sin embargo Albafica solo lo ignoraba porqué poco le importaba los comentarios de Lune.




Al caer la tarde, Albafica se había apresurado a terminar con sus tareas para que le otorgaran permiso sin problemas.
Lamentablemente Lune se le adelantó y le avisó a sus padres que Albafica se iría a una fiesta clandestina con los malos de la escuela donde usaban drogas y alcohol para divertirse.

— ¡No sales a ningún lado Albafica!

Su padre el señor Lugonis no permitiría que su bello y único estuviera en malos pasos.
Para evitar que se le escapara, cerró la puerta de su habitación con seguro, de esta manera no se le iría.

— ¿Porqué...? — Comenzó a soltar en llanto en su habitación.

Quería realmente ir a la fiesta, realmente quería ver a Minos. Pudo conocerlo más a fondo y no es tan malo como parece.

Entonces se le ocurrió una loca idea, esperó que el reloj marcara las nueve de la noche, hora exacta que sus padres se despiden de él para poder irse a dormir.

Si quería ver a Minos, eso es lo que haría. No le gusta esperar que decidan por él.

Ni siquiera tuvo tiempo de quitarse el uniforme.
Se acercó con sigilo a su ventana, era su única salida, estaba descalzo pero eso no le importó.

Lentamente fue sacando su  cuerpo por la ventana, agradecía que su habitación estaba en el segundo piso y tenía de cerca un árbol, eso le facilitó poder salir.

Logró escapar de su casa, aún con el uniforme puesto y sin zapatos comenzó a correr hasta la casa de Aiacos.
Él vería a Minos pase lo que pase.







Amor de media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora