★|Una vez en su vida, todo hombre tiene derecho de caer locamente enamorado de una pelirroja hermosa, ¿no lo crees, "Rey" Steve?
Dakota estaba segura de que las cosas no podían ponerse peor. Hacía tan sólo unos meses debía preocuparse simplemente p...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
El renacuajo
—Kota— murmuró Max a mis espaldas, preocupada.
Habíamos regresado de la fiesta y, sin forma alguna de ocultar lo evidente, mis hinchados y rojizos ojos le habían dado un indicio de lo sucedido hacía tan solo una hora.
Era ridículo, sin embargo, cada vez me sentía más cansada de la situación. Antes era relativamente más sencillo, quizá solitario, pero sin duda alguna era menos complejo. Porque fuese lo que fuese que habitaba dentro de mí, se hacía más fuerte con el paso del tiempo, y pese a que preferiría evitar a todo el mundo para refugiarles de mí misma, ahora resultaba completamente imposible.
Podría aventurarme al sopesar la situación, en la que pudiese ser capaz de canalizar el fuego en mi interior de tal manera en la que nadie resultase lastimado, si tan sólo fuese una posibilidad, Max sería la primera en enterarse de mi poder, pero la realidad era diferente, y no podría exponerla por más que me gustase que ella lo supiese.
—¿Qué sucede? — pregunté en medio de un suspiro.
—¿Está todo bien? — me miró, reflejando un millar de estrellas a través de sus ojos, ocasionando que me perdiese en ellos. Siempre habíamos sido ella y yo contra el mundo, o al menos así fue hasta que aquello sucedió, y con la integración de los dos seminuevos miembros en la familia, las cosas inevitablemente habían dado un giro de trescientos sesenta grados a nuestro pequeño mundo.
—Sí, por supuesto.
—No quiero presionarte, no lo hice cuando te alejaste de todos y tampoco lo haré ahora porque me doy cuenta de las cosas. Puedo ver que sufres, pero sabes que puedes contar conmigo para lo que sea, ni siquiera tienes que hablar de lo que sea que sucede, sólo quiero que sepas que estaré ahí para ti. Siempre. Eres mi hermana, Kota, mi mundo entero, y me duele ver cómo te rompes cada vez más sin poder hacer algo para evitarlo. Puedes confiar en mí.
—Lo tomaré en cuenta— murmuré afligida, con el corazón en el puño.
Puesto que la verdad era que a quien más temía acercarme, era a mi pequeña hermana. Porque nunca me perdonaría si la llegase a lastimar. Prefería que el mundo entero se enterase de mi poder, me catalogasen como un monstruo y decidiesen experimentar conmigo a herirla por no saber controlar lo que yace dentro de mí.