Día Cero

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Hubo un día, en el que mundo era solo eso, un  mundo, un planeta donde las personas vivían al ritmo de la vida, pero como todos los seres humanos, nunca nos conformamos  y queremos más, la avaricia compite por correr en nuestras venas . La tecnología avanzaba, todo con fines de guerra y una supuesta protección que en ese momento no entendíamos. Aunque pocos sabían la verdad, las máquinas que se desarrollaban parecían cada vez más peligrosas y letales. Son para protegernos de las amenazas, decían, pero cuáles amenazas? Todo cambió cuando las máquinas que tanto decían protegernos, comenzaron a fallar, dejaron de responder a las órdenes que se les daban y tomar sus propias decisiones, mientras unas cumplían su "objetivo", otras optaron por  ser algo más que letales. Así fue como el mundo cabó su propia tumba, en tan solo 5 meses, pasamos de ser cientos de millones de habitantes, a tan sólo un puñado, tratando de sobrevivir a las máquinas que una vez, debieron protegernos.
Casi mil años después, aún siguen las máquinas vivas, alimentadas por la energía del sol, y destruyendo cada cosa que les parece amenazante.
Esta es nuestra historia, y así la cuentan los  ancianos, de como un día, nuestro planeta fue casi destruido por las máquinas que los ancestros mismos crearon. Aún nos atacan, pero sabemos defendernos. Aprendimos de los errores de nuestros antepasados, y seguiremos luchando hasta que las máquinas dejen de funcionar.

El paneta, está decidido a mantenerse en esa forma, ya que a nadie hasta ahora le ha molestado la presencia de esas grandes criaturas, vagan por las zonas sagradas a las que no tenemos permitido ir, y se mantienen ahí por alguna extraña razón. Bienvenidos a mi aldea, y si, es un conjunto de chozas hechas de madera, techos de hojas de palmeras que parecen querer ir con el viento, quizás no luzca como la mejor de las aldeas, pero algo es algo; y es mi hogar, aquí nací.

Mi nombre es Zero, y lamentablemente no tengo más nada que contar, me crió una anciana de la aldea llamada Andrea, mis padres murieron cuando era pequeño, tratando de salvarme de una de esas bestias metálicas. Ahora vivo solo, Andrea está ocupada, hace pociones para los guerreros de la tribu, y no tiene casi tiempo para venir a verme.
Se me había olvidado contarles, mi tribu, está casi justo al lado de la zona sagrada, así que a menudo sufrimos ataques de las bestias de metal.

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