Fiesta.

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    La música a mi al rededor es ensordecedora, me siento sofocada.

    –Jason, quiero irme –le grito a mi mejor amigo para que pueda oírme con la poca claridad que se me permite–. Me siento mal.

    —No hace falta que nos vayamos –me contesta luego de darle un largo trago a su cerveza–. Podemos subir a una de las habitaciones, para que estés más cómoda.

    —En serio me quiero ir, Jason –repito–. Estoy muy cansada y me siento mal.

    Él solo rueda los ojos, toma mi mano y me guía, a la fuerza, a través de la multitud en dirección a las escaleras de la casa.

    Yo, en serio, no quería venir a esta fiesta, pero Jason es un muy buen chantajista, y desde hace un tiempo le "debía una". Más específicamente, desde que lo obligué a ir conmigo un taller de mecatrónica.

    —Jay, no quiero ir arriba  –me quejo plantandome en el primer peldaño de la escalera–, quiero irme a casa.

    —Me debes una Amy –replica intentando moverme de mi posición.

    Al cabo de cinco minutos logra llevarme a la dichosa habitación.

    —Espera un segundo aquí, voy por algo para tomar y vuelvo –dice tomando el pomo de la puerta, para salir, de nuevo, de la habitación–. ¿Está bien? Vuelvo en seguida –termina guiñándome un ojo antes de salir del lugar.

    Maravilloso.

    Me dejó sola, por tercera vez en la noche.

    —La cama al menos está limpia, no la han usado de motel –me encojo de hombros y procedo a recostarme sobre el colchón.

    Saco mi celular de mi bolso, reviso mis notificaciones y una en específico llama mi atención.

    "Somos una bacteria, estamos matando al lugar en el que tenemos el privilegio de sobrevivir"

    Es un hilo de Twitter.

    Empiezo a leerlo cuando el sonido de la puerta siendo abierta me distrae. Un Jason menos sobrio que hace veinte minutos entra a la habitación y tranca la puerta con pestillo de atrás de él.

    —Es para que no nos molesten –dice con sus ojos en mí, pero sin mirarme.

    Asiento y vuelvo mis ojos a la pantalla de mi celular.

    —Amy... –murmura muy cerca de mí–, ¿Me quieres?

    —Pues obvio, eres mi mejor amigo, nos conocemos desde que estamos en primaria y ya vamos a salir de la universidad.

    Apolla su frente en mi hombro y suspira pesadamente–. No, como amigos no –salen las palabras de su boca a penas audibles.

    Intento voltear mi cabeza para preguntarle a qué se refiere cuando me veo interrumpida por su boca colisionando con la mía. Me separo de manera rápida y digo tajante:

    —No, sabes que no te veo así, ya te lo he dejado en claro varias veces.

    —Es mentira, sé que me deseas –replica y esta vez, en lugar de tomarme el rostro, apriciona mis manos con una sola de las suyas y la otra la coloca en mi nuca e intenta acercarme a él por la fuerza. Es cuando empiezo a ponerme nerviosa.

    —No te deseo Jason, así que por favor suéltame, quiero irme a casa.

    —No te puedes ir, no tienes quien te lleve –balbucea jalando de mi a nueva cuenta.

Escenas de media nocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora