Prosopagnosia ; Kookv

P r o s o p a g n o s i a

El nervioso omega se observaba al espejo, una y otra vez, pero por mas que lo intentara, como siempre, no podía reconocer ni una pizca de su rostro, se frustro nuevamente como todos los dias de su vida desde que tiene memoria.

Desde los 6 años se le fue diagnosticado con prosopagnosia o ceguera facial mayormente conocida, Taehyung no podía distinguir rostros ajenos y el de él propio mucho menos, era como si a todas las personas de su al rededor les hubieran borrado el rostro, simplemente irreconocibles ante sus almendrados orbes.

Y así como sus conocidos mas cercanos reaccionaron de manera comprensiva, hubo algunos que no, entre ellos estaba la mayoría de su escuela.

-Taehyung, cariño ¿Estas bien? Vas a llegar tarde rollito de canela.- Habló dulcemente la alfa al otro lado de la puerta.

Desde que esta pudo olfatear la preocupación y tristeza mezclada con las dulces feromonas de coco y piña de su hijo no dudo en ir a su ayuda.

-¡Ya voy, estaba arreglándome el cabello!- Habló apurado mientras pasaba rápidamente sus manos mojadas por todas sus hebras castañas.

Abrió con prisa la puerta y se dirigió a donde estaban sus madres. Su mamá omega escribía varias cosas en su computadora, siendo profesora de universidad apenas le quedaba tiempo para respirar.

-Perdón por tardar, estaba arreglándome- Dijo el omega mientras tomaba su almuerzo y lo metía a su mochila con un poco de prisa.

-Tranquilo , vayan con cuidado, tu mami te espera en el auto rollito de canela. -Taehyung se acerco a darle un beso en el suave rostro de su mamá antes de tomar su mochila y salir de prisa al auto donde su mami lo esperaba pacientemente, entró al vehículo con rapidez.

Mientras emprendían el camino por la carretera; su mami le contaba cosas triviales o de su trabajo en su pastelería, su mamá alfa era una gran repostera, incluso esta fue quien le puso su apodo al comparar sus mejillas con dos panquecitos de rollos de canela.

Él simplemente estaba perdido observando el perfil de mamá, a veces le encantaría poder distinguir el rostro de sus seres queridos, escuchaba muy seguido como tanto a el como a sus progenitoras les alababan por su belleza, el ni siquiera conoce como funciona, ya que la belleza solo es un concepto para su cerebro.

Después de varios minutos donde el auto viajaba veloz pero cautelosamente por la autopista madre e hijo llegaron al instituto, donde el omega tomo sus cosas con prisa, se despidió igualmente de su mamá con un beso en la mejilla.

Encaminándose hacia su salón con la vista baja, no le gustaba que las personas lo vieran con pena, si bien no podía distinguir bien lo que eran los ojos, nariz y boca, sentía como sus rostros borrosos se quedaban fijos hacia él y escuchaba cuchicheos.

Al ser alguien que no podía distinguir personas por sus rostros y rasgos físicos, sus otros sentidos se habían desarrollado mejor que el resto, su oído , olfato y tacto eran muchísimo mas desarrollados que el de un lobo promedio.

Por lo tanto al entrar a su salón pudo identificar un nuevo aroma, uno que su nariz estaba disfrutando como si del mas delicioso manjar se tratara, era una perfecta mezcla entre naranja y miel, eran se dejo guiar por sus instintos hasta que llegó, raramente, a su asiento .

Por lo que podía ver de el, tenia el cabello negro amarrado en una pequeña coleta, un cuerpo trabajado, parecía que estaba distraído dibujando, tanto que no notaba la presencia del castaño hasta que comenzó a mover levemente su nariz por el aroma que comenzó a filtrarse por esta misma.

Con un poco de timidez decidió hablar ya que nunca nadie se sentaba en el asiento compartido, ya que sus compañeros tenían la errónea idea que su enfermedad; obviamente psicológica, era contagiosa.