Día de brujas en 1964 - Demonio con tridente

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Había acordado con las chicas disfrazarse, pero no como cuando eran niñas esta vez era con el descaro de su juventud. Era su último año juntas ya que irían a universidades distintas en distintas ciudades y aunque prometieron mantener la comunicación sabían que sus vidas cambiarían por completo. Candy iría a Nueva York y estaba totalmente emocionada, esperaba un mundo de posibilidades y sueños cumplidos en esa ciudad, además al fin se iría a probar suerte sola y lejos de todo lo que conocía.

Se sentó en el marco la ventana de su cuarto suspirando hondamente, llevaba un short corto muy ajustado de un verde bastante chillón y se colocó su camiseta favorita blanca muy desgastada de tanto usar encima de un brasier negro. Observo que en la calle del bonito suburbio estaban los niños en bicicleta corriendo y gritando de euforia preparándose para la noche de halloween, con aquel sol inclemente solo ellos podían hacer esa algarabía. Hizo una mueca al ver la persiana cerrada frente a ella, su mejor amigo desde la infancia estaba en Londres, era mayor un par de años y hacia uno que se había mudado, lo extraño muchísimo en ese instante recordando lo triste que se había puesto cuando su familia puso en renta la casa para irse todos al otro lado del océano - suspiro con su nombre en los labios "Anthony"

Desde entonces había estado en renta por unos meses y vacía por otros, nunca nadie se quedaba lo suficiente. Había sido habitada por una pareja con un bebé por muy poco y unos ancianos que se quedaron seis meses, hacía un par de meses que el letreo de renta estaba puesto y algunos días atrás sin más desapareció, aunque nadie la había habitado. Solía desde esa misma ventana hablar con Anthony, en sus días malos siempre la hacía reír y en momentos como ese de intenso calor seguro planearían una acampada en el valle de la montaña para refrescarse en el pequeño riachuelo. De pronto el reflejo de una luz le segó un segundo y observo como un auto rojo brillante deportivo, con techo descapotable negro para ser exacta, aparco frente a la casa el sol sobre el parabrisas había reflectado justo en su ventana. Parpadeó varias veces, pero no podía ver quien conducía. Finalmente aparecieron las personas que rentarían al lado. Su curiosidad era enorme y trato de hacerse a la idea de quién podía manejar semejante vehículo. Quizá una pareja de roqueros, lo que si estaba segura era de que una persona sola no rentaría una casa tan familiar y grande como aquella.

El auto entro al garaje y chasqueo los dientes sin poder averiguar sobre sus nuevos vecinos, desde allí se podía ver también la ventana del piso inferior donde se encontraba la cocina. El poco viento que corría pareció menguar, miro a la calle y el ruido de los niños había cesado y ya no se les veía, en su lugar había una capa de refracción caliente que emanaba del asfalto. Se encontró de pronto sumida en silencio con la mirada fija en la ventana de la cocina sin ningún pensamiento, una sombra paso y observo como las llaves de aquel auto caían sobre la encimera, casi podía escuchar el tintineo sobre el mármol. Su vista desde ese ángulo solo dio para ver simplemente sus manos descansando sobre el borde, era un hombre, debió sospecharlo por el tipo de auto llamativo y demasiado masculino. Por más que se agachara no vería más, sus manos eran grandes, fuertes y lo que podía ver de sus brazos estaba cubierto por un vello dorado muy fino, agudizo la vista lo más que pudo no parecía ser un hombre mayor. Desapareció y contuvo el aliento, estaba sólo y no llevaba anillo.

Fácilmente pudo imaginarlo subiendo las escaleras conocía perfectamente cada rincón de aquella casa, trago seco cuando las persianas de enfrente se movieron con una ráfaga de viento y actuó rápido cerrando su cortina naranja, que no era más que una tela casi traslucida. Se ocultó en la pared mirando de reojo a través de la tela por un rincón, la persiana se abrió y se oculto completamente cerrando sus ojos. Una vocecita en su cabeza le pedía que dejara de espiar, pero algo más poderoso le incitaba a observar y cuando lo hizo la ventana estaba de par en par. Aquel hombre se paseaba por la habitación que era de Anthony, abrió los ojos cuando su silueta apareció en frente. Tenía un cigarro en los labios, echó humo como una chimenea hacía el exterior mirando algo en su mano, parecía una fotografía. De pronto miro hacia su ventana y reprimió un grito ocultándose por un segundo temiendo ser descubierta, aunque le pudo más la idea de observar si seguiría mirando, poco a poco se asomó con cautela abriendo un poco la cortina, él seguía ojeando el papel mientras ella lo miró con demasiado detalle. Tenía el cabello largo y rubio hasta los hombros, era alto, casi se perdía en el marco de la ventana, llevaba jeans azules desgastados que se le ajustaban a su cadera gracias al cinturón negro de cuero. Volvió a exhalar apagando lo poco que quedaba de ese cigarrillo en el marco sin dejar de mirar lo que tenía entre manos y de pronto la tiro a algún sitio frente a él donde sabía estaba la cama y se quitó por completo la camisa negra dejando expuesto su pecho.

Druidas y DemoniosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora