Cap. 1

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El Reencuentro

Era la mañana del 11 de Diciembre.
Nos encontrábamos en el aeropuerto junto con Aylen, mi amiga de toda la vida, y con nuestros familiares, esperando nuestro vuelo para ir a La Plata, la ciudad universitaria de Buenos Aires, Argentina.

— Pff - Soltó aire por la boca. — Ya quiero llegaaarrrr. - Se quejó Aylen.

—Ni siquiera hemos subido al avión, quejate cuando estemos en viaje. - Le reproché.

— Tiene razón Jade, hija, pero ya en cualquier momento las llamarán para arribar al avión. - Contestó la madre de Aylen.

— Tampoco es el viaje tan largo, tres horas desde acá a Buenos Aires, aunque después tienen que tomar el micro para ir a La Plata. - Agregó mi madre.

— No, al final Milu nos va a ir a buscar al aeropuerto e iremos en su auto hasta allá. - Aclaró Aylen.

Minutos después de la conversación, sonó el timbre, anunciando que los pasajeros del vuelo J48N con destino a la ciudad de Buenos Aires, ya podían arribar por la puerta 6, y que en unos minutos, se cerrarían.

— Bueno, nos despedimos entonces. - Dije levantándome del asiento, mientras agarraba mis cosas al mismo tiempo que Aylen lo hacía.

— Las amamos chicas, siempre serán nuestras pequeñas aunque crezcan. — Habló mi padre poniéndose sentimental.

— Cuídense. — Dijo el padre de Aylen.

— Avisen cuando lleguen. — Agregó su mamá.

— ¡BUSCATE A UN MULTIMILLONARIO Y LLEVANOS A LAS VEGAS! — Habló la hermana mayor de ella.

— ¡No! ¡Búscate un príncipe que gobierne muchas tierras y nos haga ricas! - Le corrigió su hermana menor.

—Que bueno que soy hija única. - pensé.

— Mejor dicho, estudien lo suficientemente como para no depender de nadie.

— Eso sí mamá, siempre. — Le contesté.

Ambas nos despedimos y abrazamos a nuestros padres y a las hermanas de Aylen.

De a poco, a medida que nos alejábamos de ellos y nos acercábamos al avión, más grande era la emoción.

Más grandes eran los nervios.

Más grande el temor.

Ya luego sentadas en los asientos correspondientes, nos acomodamos y nos pusimos a hablar de muchas cosas, así al azar, y de pronto, el avión comenzó el vuelo.

— Ahora sí puedes quejarte sobre que quieres llegar. - Me burlé entre risas.

Se rió. — El verdadero motivo del por qué ya quiero estar en el departamento de Milu, es que ya me quiero drogar hasta no saber siquiera mi nombre Jade, te lo juro.

— Pero nena, ¿No es algo que hacés todos los fines de semana cuando salimos? - Reí.

— Si pero ahí está, sólo los fines de semana, yo quiero entrar re loca a la Universidad, llegar re loca en teoría a todos lados por fumar mucha maracandinguana, ¿Entendés? - Me preguntó y asentí. — Además, Milu compró planchones, tenemos que pegar ese disco y ni va hacer falta que trabajemos de algo más. — Agregó.

— En eso tenés razón, pero igual, de vez en cuando nos tenemos que rescatar para no terminar muriéndonos. - Exclamé.

Mientras hablábamos, en el asiento restante de nuestra fila, estaba un señor medio obeso y serio que se ponía a escuchar atentamente nuestra conversación.

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