Capítulo 9.

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Una de las peores sensaciones que existen, es la incertidumbre

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Una de las peores sensaciones que existen, es la incertidumbre.

Horas de silencio ambiental únicamente interrumpido por el tecleo ocasional de la secretaria cuyo escritorio da directamente frente a la banca que ocupa Félix, en espera de un resultado, sentado fuera de la oficina del licenciado HongJoong. La pequeña a su lado juega con sus piernas, columpiando sus pies bajo las botas color marrón, adelante y atrás, mirando ocasionalmente al suelo.

Félix ha pasado ya por todas las etapas de la incertidumbre, desde el positivismo hasta el completo terror a medida que el reloj avanzaba, tick, tack, sobre la pared central del Juzgado. Las puntas de sus mocasines parecen ser demasiado interesantes, pues lleva minutos enteros mirando ese punto muerto con un pensamiento constante en mente, que ya fue acallado hace mucho, pero no deja de molestar.

Chaeryeong se sopla el flequillo recto de la frente, sus mejillas infladas y su paciencia al borde del límite, porque para una niña de cuatro años, pasar dos horas sentada en una banca, dentro de un juzgado, es todo menos divertido.

-Señor Lee... - la pequeña lo llama, sus ojos cansados mirando al alto hombre a su lado, tanto, que debe alzar su cabecita castaña para verlo. - ¿Usted tiene sueño?

Félix niega con la cabeza, sabiendo perfectamente por dónde van las intenciones de su ex alumna. -Nop. ¿Tú sí?

Chaeryeong se talla los ojos con una mano hecha puño, sus labios en un puchero adormilado cuando se hace la fuerte y niega con la cabeza. -No.

-Mmm... - el pelinegro se desliza, se acerca de lado, sobre la banca y rodea por un costado a la menor. - ¿Quieres dormir un rato? Prometo despertarte cuando tu papá salga.

Chaeryeong asiente, recargando su cabecita en el muslo de Félix, quien le aparta con cuidado el cabello de la frente. - ¿Falta mucho para irnos?

-No princesa, ya casi...

El pecho de Félix duele como si con dos manos, lo estuviesen estrujando hasta hacerlo pedazos dentro de su cuerpo. El veredicto final caerá esa tarde, después de que agentes de servicios infantiles revisaran cada recibo, cada movimiento, empleo, despido, todo lo que Chan había o no hecho con Chaeryeong, con su salud, su educación, quien la cuidaba por las tardes y en qué condiciones vivía. Por supuesto no pasaron por alto la hipoteca recién pagada con lo que le dieron por su auto, indagando en cada rincón por qué había permitido que el patrimonio de Sana (ya que el departamento estaba a su nombre) estuviese hipotecado.

Semanas de exámenes, de revisiones y visitas, incluso Chaeryeong fue sometida a una entrevista que más parecía un interrogatorio sobre cómo vivía, que hacía, quien cuidaba de ella y Chan no tenía permitido entrar, por lo que HongJoong se convirtió en su abogado por una tarde. La pequeña fue muy fuerte a pesar de todas esas preguntas, aunque el aroma de crema para manos de la señora que escribía cada palabra que decía le mareara y le diera dolor de estómago. Le preguntaron si ella quería vivir con su mamá, pero Chaeryeong solamente supo responder, que no quería que la alejaran de su padre.

Un novio para papá. || ChanlixDonde viven las historias. Descúbrelo ahora