Prólogo

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-Nombre, Emily Albertini. Edad, 30 años. Profesión, abogada.

Podría estar comiéndome las uñas al pensar en que me van internar en un psiquiátrico, pero no, no lo estoy porque, es justamente lo que quería, huir de casa, problemas, mafias, delitos. Definitivamente estaré mejor rodeados de locos como yo, al estar lidiando con mis propios conflictos. ¿Por qué lo digo? Pues quédate a leer mi historia y sabrás ...

La vida es una ruleta rusa, nunca sabes cuándo te va a tocar la bala. Así es mi vida una montaña rusa de la cual parece que nunca podré bajar, y créanme que ya me estaba dando nauseas. Mi nombre es Emily, y esta es mi historia.

-Señora él está aquí-O no dijo Nora con una bala en su barriga sangrándole y apenas abriendo la puerta. Pero efectivamente tenía razón, cuando todo empezaba a ponerse rojo ahí estaba leo marcando territorio.

Corro desesperadamente a levantar la cama donde hay una puerta con un túnel subterráneo que lleva hacia el garaje donde tenía armas y mi auto para salvarme de ese tóxico psicópata.

Atravieso el túnel, alumbrado por linternas hasta llegar al garaje antes mencionado y ahí estaba él, reposado en mi auto blanco llenándolo ligeramente de color carmesí que escurre su ropa. Está sin preocupaciones con un cigarrillo en sus carnosos labios. Como si no hubiera matado a nadie o acabara de venir de hacer la compra. Me mira fijo y me da una sonrisa pícara.

-Te estaba esperando pequeña- abre la puerta de copiloto indicándome que entrara. Pero eso es precisamente lo que más me gustaba de él. Que podía decir me encantaba ese psicópata, así que una sonrisa pícara se extendió sobre mis labios.

Me subo en el auto, no sin antes darle un beso suave pero poderoso acompañado de un pequeño susurro- Te extrañé oficial.

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