Hay dos maneras de vivir la vida: una como si nada fuese un milagro, la otra como si todo fuese un milagro.
Albert Einstein
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Era una noche común cuando llegó, era rubio, tenía una bella sonrisa, sus ojos eran verdes, un cuerpo definido, conclusión como dice mi amiga Laura él era lindo de bonito. Tocó el timbre y me asusté un poco, no era una persona que recibía muchas visitas, en realidad las odio. Pero eso no fue siempre así, mi tío era muy sociable y recibía muchas visitas a menudo, la casa era un alboroto todos los días, la alegría se sentía a kilómetros. Luego el falleció y desde ese momento hasta hoy odio las visitas.
Básicamente vivo sola, mi papá me compró esta casa al cumplir con la mayoría de edad, todavía había cajas esparcidas en su interior. Abro la puerta y al verlo me quedo en shock, no sé por qué. Me siento rara tan solo mirarlo, es como si le conociese de toda la vida.
Él agita su mano frente mi cara porque estoy embobecida, hasta que reacciono- ¿Eh? ¿Quién demonios ere tú?, ¿te conozco?
En un tono burlón me dice- Tranquila fiera, soy tu vecino y solo he venido a darte la bienvenida. ¿Dónde están tus modales?
Esa misma pregunta me hacía yo en la cabeza, es tu primer día y ya discutiendo con los vecinos. Pero ya no iba a tener buenos modales, no quiero disculparme con él y verme como una tonta. En ese momento viene una voz a mi cabeza.
Más tonta de lo que has sido imposible.
Yo anonadada lo miro y le digo- ¿Quieres pasar?, en casa hay té y ahí fuera te estas congelando.
Sin pensárselo mucho el entró como si nada.
Suspiré profundo y dejé escapar una bola de aire. El hecho de que sea más alto que yo me intimidada un poco. - Voy a por él té.
Me mira y dice- ¿Siempre eres así?
Yo sin palabras le miro su rostro estaba serio, nada que ver con el que tenía afuera. –Así...como-Dije dudando.
-Tan tú- Su rostro seguía serio y eso me hizo asustarme un poco.
-¿Tan yo.?¿Qué tanto me conoces para que hables así conmigo? - Ya no lo aguantaba más y le dije todo lo que él me parecía- Tu solamente eres un engreído que no tienes nada que hacer que estar en casas de tus vecinos. Eres un enfermo que dice saber todo sobre mi cuando apenas te conozco. ¿Qué clase de persona eres? -En lo que hablaba sin control me acercaba más a él. Quien me miró, como si nada de lo que le decía le afectara, y descaradamente me pide un encendedor para encender su cigarrillo. Me quedé paralizada y derrotada, deje salir un suspiro, dejándome caer hacia atrás, donde se encontraba mi sofá. Mirando hacia abajo le digo ya sin deseos de nada - ¿Quién eres? Tú no eres mi vecino, ¿verdad? ¿Qué quieres de mí?
Se levantó y se acercó a mí lentamente, se agachó, tomo mi barbilla para que mirara hacia él. –Te quiero a ti y solamente a ti. -Cogió un pañuelo y me drogó pegándolo a mi nariz y a mi boca.
No sé a dónde me llevó, pero lo único que sé es que desperté en una habitación roja, llena de fotos mías en las paredes y en el techo. Yo aún anonadada me levanto cojo una foto y le digo. –Al parecer estoy secuestrada, ¿no es así?
El asintió, así como si fuera lo más normal del mundo.
Yo siempre a pesar de ser algo impulsiva, he sido una persona de cabeza fría y responsable, por eso ya a mi corta edad tenía una casa. -Bien ahora que vas hacer conmigo, vas a violarme, vas a tenerme aquí para siempre hasta que enamore de ti como en las pelis. –Dije sarcásticamente.
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El Oficial
De Todo-Nombre, Emily Albertini. Edad, 30 años. Profesión, abogada. Podría estar comiéndome las uñas al pensar en que me van internar en un psiquiátrico, pero no, no lo estoy porque, es justamente lo que quería, huir de casa, problemas, mafias, delitos. De...