Prólogo

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"¿Me ama?" cuestionó el castaño de tez nívea a su pelinegro acompañante, enarcando una de sus cejas y ladeando su cabeza, denotando clara diversión en aquella más que innecesaria pregunta a quien iba sentado en el asiento de conductor.

"La pregunta sobra, Jeon" respondió con completa sinceridad al sacar el cigarrillo de sus simétricos labios, expulsando aquel tóxico humo como aliento en cada palabra, tomando el mentón del castaño para llenar la pequeña boquita de éste con el humo; aquel no negándose a nada claramente.

"Nunca está de más preguntar, señor Kim" le comentó, exhalando por su boca el humo recibido, dejando que este sea parte del ambiente o, más bien, tensión sexual que se estaba creando en aquella pareja, estando parqueados en el estacionamiento del supermercado al que habían entrado minutos antes.

Ambas anatomías pidiendo a gritos el tacto ajeno sobre si, ambos labios rogando por probar los adversos y esas miradas que desnudaban hasta el propio alma.

"Pequeño Jeon, estás jugando con fuego" advirtió con evidente lascivia en sus palabras cuando el menor fue deslizando una de sus manos por el torso, bajando con destino al enorme bulto del conductor, apenas estando semi erecto y teniendo un tamaño y contextura así. Joder, era algo que aquel castaño le excitaba en sobremanera.

"Déjeme arder en llamas entonces, señor Kim" afirmó juguetón y con aquella frase el de cabellos nocturnos no dio a esperar para prácticamente devorarle la boca al atrevido joven que osaba provocarle sin temor alguno; ya dejando su inservible cigarrillo en el cenicero del lujoso Mercedes en el que estaban, para después llevar el esbelto y curvilíneo cuerpo del castaño sobre su regazo.

Jeon sabía a la perfección cómo tentar a su amado profesor de filosofía.

El menor encargándose de corresponder con la misma intensidad el beso recibido y dándole completo acceso a su tibia cavidad, meneando su cadera para dejar aquel pedazo de carne que tanto ansiaba dentro suyo entre sus bien formados y suaves glúteos, frotando su entrada aún sobre la delgada y fina tela de sus prendas inferiores.

"Arderas aún más que en el infierno" exclamó con su grave voz ronca debido a la excitación provocada por los roces en su gorda y gran polla, halando de los delicados cabellos castaños al enredar sus dedos en las finas hebras de este, causando que el menor gimiera de dolor combinado con placer al sentir sus cabellos ser maltratados de esa forma, escuchando aquella orgásmica voz de su mayor y de cómo el falo ajeno crecía aún más bajo suyo.
Veinticinco centímetros de completa delicia que Kim guardaba en sus pantalones y que su pareja deseaba -como un niño añora comer su dulce- así como el mayor besaba de forma brusca y necesitada los suaves belfos del de tez clara.

Kim gruñó extasiado contra la piel del cuello ajeno ya que su menor seguía con los excitantes movimientos sobre su falo, más no lo dejó seguir pues rompió sin delicadeza alguna el beso para girarlo contra el volante y rápidamente acomodar su asiento para la comodidad propia, retirando lo necesario para liberar la muy erecta extensión de si mismo mientras menor se deshacía de toda ropa inferior como le era posible

"Quiero que tengas en cuenta..." dejó la frase a la mitad mientras besaba el blanquecino cuello ya cubierto de anteriores marcas en firma y reclamo de Kim, dejando su gran y gorda polla cerca del culo del castaño al mantenerlo pegado a su entrepierna con la mano en el vientre bajo de éste, cual soltaba bajos gemidos provocativos al sentir el gran erección de su mayor ser frotada sin descaro en toda su estrecha y rosácea entrada.

"Que no usaré condón" retomó la palabra, empujando la cabeza de su duro falo en aquel anillito de nervios que esperaba ansioso por recibirlo.

El castaño se sintió desfallecer al escuchar todo ello, sentir por completo la textura del miembro de su mayor le excitaba de sobremanera, más aún cuando empujaba de esa manera tan dolorosa en su entrada, haciéndole desesperar al no recibir la penetración que tanto deseaba.

"¡Joder!...¡Señor Kim!...¡Hijo de puta!" fue lo que escapó de sus labios enrojecidos, maldijo gimiendo en alto cuando fue penetrado duramente, al introducir toda la erecta longitud a la estrecha cavidad anal del de tez nívea de una sola estocada sin dilatación, doliéndole hasta el alma y aquello sin duda le encantaba, aún cuando en sus enormes ojitos pardos eran reflejados un mar de estrellas debido a la acumulación de lágrimas.

Tres estocadas que le hicieron ver el mismo infierno y el cielo a la vez, por la deliciosa profundidad y el desgarrador dolor junto al ardor en su ser, provocando el derramar de sus 'inocentes' lágrimas; esas sin duda era las muy conocidas 'lagrimas de cocodrilo' y es que aquel dolor era el cielo para él, ser torturado de esta manera tan exquisita por su pareja realmente hacía gotear su verga de aquel líquido pre seminal en clara excitación.

"Cuida tus palabras, Jeon" atentó, ciertamente divertido de las maldiciones que murmuraba el menor de piernas temblantes a la continua violenta profanación de su estrecho interior, que golpeaba sin piedad su punto dulce.
Delirando de placer, aquella salivación acumulada deslizándose por la comisura de sus labios al dejar su boca abierta debido a los sonoros gemidos y jadeos de su parte.

Una fuerte palmada fue a dar a uno de sus glúteos, dejando una prominente marca rojiza y el placentero ardor en este. Llevando aquella misma mano a los castaños cabellos, tirando con fuerza de estos al enredar sus dígitos entre las hebras para así poder manipular su cabeza y aproximar el rostro ajeno al parabrisas, teniendo mejor movilidad y mayor penetración, su pareja por reflejo colocó ambas manos en este queriendo evitar un choque directo contra el empañado vidrio.

Jeon dedicó una lasciva mirada a los "espectadores" de aquella erótica y pornográfica escena, más eso no evitando el acto. Pues el saber que habían personas observando sus acciones solo aumentó su excitación, su anatomía se estremeció por completo en signo del pronto orgasmo que sufriría y en sus expresiones siendo claro que realmente disfrutaba cada una de las sensaciones que su mayor provocaba en su ser.

El moreno amaba escuchar cada sonido proveniente de los labios de su pareja, este asfixiando su inminente polla y su interior amoldándose perfectamente a la textura de la erección, decidiendo por voltear al más bajo y que quedase sobre su regazo. Y estaba más que claro que tan dichoso miembro no pasaba por desapercibido por el castaño, jamás pasaría aquello, sería un total crimen y es que ¿Quién en su sano juicio no querría tal deliciosa polla?

Exacto y estaba muy en claro que Jeon no era la excepción. Y con ello en sus pensamientos dejaron que la lujuria reinara en ambos nuevamente.

© Kim, eres un completo idiotaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora