52 pisos

4 0 1
                                    


Desde aquí el mundo se ve tan pequeño. Ya no me aterra como antes. Las personas son como hormiguitas a las que puedo pisar fácilmente sin pedirles permiso.
Aquí puedo ser Dios y mandar rayos o balas, da lo mismo. No perderé el tiempo filosofando sobre mi accidentada vida. He venido a matarme. A terminar con todo, A dejar a los que amo continuar con sus vidas.
Estoy sentada en la azotea de un edificio de 52 pisos , haciéndome miles de preguntas y escuchando mi playlist favorita por última vez. Tengo miedo. ¿ qué pasará cuando caiga? ¿se revantará mi cabeza y mis sesos quedarán esparcidos? ¿estaré viva hasta llegar al pavimento? ¿alguien me verá caer? ¿alguien me filmará cayendo y lo subirá a youtube? ¿ los huéspedes notarán que una chica cae al vacio? ¿seré un fantasma? ¿me encontraré con papá? ¿Cathy llorará? ¿reencarnaré? Y si así fuera ¿ podré elegir en que reencarnar? Me gustaría ser una mariposa Monarca. Viviría poco pero podría ir donde nadie me encuentre.
Suena el teléfono, es el abuelo. No contestaré. No tengo porqué hacerlo. Todo está a punto de acabar. Ayer me despedí de él. Me fui tranquila del asilo sabiendo que lo cuidaban y no le faltaba nada, ese lugar es mejor a dejarlo con Cathy.
Estoy lista. Me paro en el borde de la azotea del Península. No creo tardar en caer desde 100 metros de altura, esto acabará pronto.
Respiro ; cierro los ojos; paso un poco de saliva y...Una voz.
—No lo hagas Ana.
Es mi imaginación, mi ansiedad me juega su última carta antes de morir. Pretende convencerme que vivir con ella es mejor que el dolor de la caída. Maldita perra.
—Ana... no es necesario que hagas esto.
Me tapo los oídos.
—Tú eres el universo, no vale la pena.
—¡Cállate! ¡Ya basta! ¡Déjame en paz!
Salto. Por fin.

El chico de la azoteaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora