Prólogo

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Corría y corría en subida, sentía como mis brazo descubiertos se rasmillaban por las ramas de los árboles, en mi espalda llevaba mi mochila, la cual pesaba bastante, pero solo pensaba en llegar a la parte más alta de la ciudad.

Al llegar a la cima de la montaña, podía ver mi ciudad natal, era pequeña y lo dividía un gran lago, me senté en una roca, abrí mi mochila y saque mi computador, al prenderlo, lo primero que hice fue engañar a los hijos de perra que me perseguían, escondí mi IP,  les creer que mi computador estaba en el aeropuerto, pero realmente estaban siguiendo el teléfono de una abuelita.

Al rato, bajé al bosque y me senté junto a una pequeña laguna, de mi mochila saqué unas tijeras y comencé a cortar mi largo cabello hasta debajo de mis hombros, trataba que quedara lo más parejo posible. Al terminar comencé a preparar la decoloración para colocar mi cabello completamente blanco, o al menos intentarlo. Al terminar me enjuague el cabello, luego me puse un shampoo morado, para los reflejos. Un par de locos me querían matar, pero tenía que estar siempre bonita, obviamente. Me miraba en un pedazo de espejo rojo, me sentía sastifecha con el resultado. Guardé las cosas más importante en mi mochila y el resto lo puse en una bolsa, lo botaría luego.
Había pasado alrededor de 1 hora caminando a una estación de buses. Compré  un pasaje al lugar más lejano. Estaba sentada, con la cabeza recostada en la ventanilla del auto bus, no podía parar de pensar. Esta fue una batalla perdida, pero yo ganaré la jodida guerra y mataré a todos los malnacidos que secuestraron a mi madre, daré mi vida para encontrarlos y hacerlos sufrir.

The White RoseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora