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Palaos
Una semana antes de la llegada de Blaz a Alemania
Amelie
En la vida todo acto siempre trae consigo una consecuencia o una ganancia.
Para mi desgracia, es la primera opción.
Después de asesinar no solo a esos dos voyeviki, sino también a varios más cuando tan solo me llegaban a dirigir la palabra, me encerraron en el sótano; no he visto el sol durante un mes entero y no sé qué santo, deidad o dios me escuchó, pero las torturas se han detenido.
O al menos, un par de ellas.
Los únicos que bajan son Gretchen para traerme comida e informarme de cualquier cosa y Dmitri, el cual ha detenido el ritmo de los abusos y por lo menos ya no son tan constantes como antes.
Y lo odio, odio tener esa rutina y que mi cuerpo se haya acostumbrado a eso, pero tarde o temprano tendrá que soltar las rutinas que adquirió.
La puerta se abre la cual le da paso al hombre de ojos azules y un traje elegantemente casual, ya que aun estando en un clima tropical no pierde el estilo. Hay una mesa en el lugar donde estoy, deja platos de comida, a lo que tal parece, cenara conmigo.
Es algo raro que ha estado haciendo hace algunas semanas, cena conmigo sin hablar y luego se va así sin más o algunas veces yo termino siendo el postre como el suele llamarlo.
No he probado bocado desde la noche anterior y mi estómago se regocija cuando huele la comida. No espero ni su orden, ni su compañía en la mesa para sentarme a comer; solo tengo una cuchara, los otros cubiertos nunca los ponen de mi lado por "seguridad".
«Ya no aguantan nada estos mafiosos de hoy en día. Cuando lo amenace con el tenedor le quedo a escasos centímetros del ojo, ni siquiera lo lastime».
Es inevitable que no ruede los ojos ante el recuerdo con un atisbo de sonrisa.
Como en silencio, tratando de ignorarlo y no fijarme en su anatomía frente a mí, que, a decir verdad, Dmitri es un hombre bastante atractivo. Sus ojos son de un azul profundo y eléctrico igual que el de sus hermanos el cual puede llegar a hipnotizar, atrae como un dulce a un bebe hasta que te atrapa en sus tenazas y no te deja libre hasta que acabe contigo.
Es alto, no es muy fornido, sin embargo, tiene algunos músculos definidos y la tinta en su piel cubre algunas cicatrices que he podido ver de cerca. Si estuviéramos en otras circunstancias, un mundo alterno tal vez, y si yo no tuviera a alguien enterrado en el corazón. Muy probablemente me hubiera podido fijar en él.
Pero no es así, este es el mundo real y debo aguantar la respiración cuando estoy cerca suyo cuando el pecho se me agita.
—¿Ya te vas? —pregunto echándolo del lugar.
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Juegos peligrosos ©
Novela JuvenilTRILOGÍA UMBRA - Libro II (En proceso) Los meses siguen su curso sin ninguna respuesta sobre la ubicación de Amelie cuyo interior ha empezado a arder en llamas volviéndola un arma letal sin que nadie sea capaz de apagarla. El capitán Meyer vuelve de...