◾️Volúmen II : Quinto año◾️

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Volúmen II

“El sufrimiento, no es más que cualquier otro sitio, donde vives muy cerca de la tentación, que no importa a quién implique, siempre hay gente conspirando en tu interior. De tal manera, que podemos estar en una constante guerra entre el amor y la verdad, antes de llegar al caos total.”
                             de Anty_Ow
                                  
«River Hill, quinto año»

La noche era oscura y absoluta, iluminada solo por las pequeñas luces de las casas. La luna, grande como un plato llano, estaba en su punto más alto.

Dos mujeres caminaban por la fría calle, de seguro iban hacia su casa, o hacia otro bar.

Jean y Dan estaban sentados en el techo de una iglesia en ruinas, mirando como las dos chicas caminaban tambaleándose. Jean iba vestido con ropas caras, tenía un suéter de cuello alto, con una gabardina oscura por encima, unos pantalones oscuros y botas al igual de oscuras. Su cara había cambiado mucho, ya no tenía los ojos color cafés, ahora eran grises y fríos. Su piel era pálida y sus rasgos finos.

—¿Qué crees? —preguntó Dan, arrastrando las palabras, como siempre.

—Vamos. 

Ambos se lanzaron al suelo y cayeron con total suavidad, se pusieron de pie y comenzaron a caminar hacia las chicas que se tambaleaban.

Caminaban si hacer ruido, parecía que levitaban.

Las chicas se habían quedado de pie bajo una farola que había en la carretera.

—¿Están perdidas, chicas? —preguntó Jean, Dan le había enseñado bien. Una de las chicas, una rubia de ojos claros, se quedó mirándolo, la otra buscaba algo en su cartera.

—¡Aléjate, no tenemos dinero! —dijo la otra, era una morena, con curvas bien definidas. Tenía una navaja en la mano, una mano que le temblaba más que un terremoto.

—Cierto, no tenemos dinero —apoyó la rubia, su voz era asustada.

—¿Quién ha dicho algo de dinero? —dijo Dan, una sonrisa nunca faltaba en su rostro pálido y frío.

—¿Qué? —dijo la morena, bajó un poco la guardia.

—¿Piensas que somos unos putos ladrones? —Dan parecía molesto, aunque no lo estaba—. ¿No ves nuestras ropas?, ¿o es que eres ciega?

—¡¿Qué quieres?! —la chica gritaba mucho, estaba asustada.

—Solo queremos sentir vuestro calor —dijo Jean, hablaba con una voz melosa, muy diferente a la suya propia—. Nos van a dejar…

—¡No! —la chica gritó—. ¿Estás loco?

—No era una pregunta —dijo Jean y Dan comprendió la señal.

Ambos se abalanzaron con extrema fluidez hacia las chicas, ellas ni cuenta se dieron.

Jean hacia la rubia, y Dan hacia la morena. Hincaron los dientes en su suave cuello, en la vena. La sangre, cálida, les lleno la boca, era una sensación que por más que la repitiese; no le paraba de gustar.

Drenaron completamente a las chicas, estaban hambrientos. Dejaron los cuerpos escondidos entre los arbustos al otro lado de la carretera, y se fueron del lugar.

Jean aun no sabía volar como Dan lo hacía, pero sí podía correr muy rápido, demasiado.

Mientras Jean corría, sentía la suave brisa del anochecer en su cara. Los objetos a su alrededor se difuminaban hasta solo verse como una fina estela de colores y oscuridad. Corrió siguiendo a Dan por varios minutos, hasta llegar a un lugar bien iluminado y que había muchas personas.

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⏰ Última actualización: Oct 02, 2021 ⏰

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