Capítulo XXVI

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El cielo está en tus ojos

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Capítulo XXVI


Sasuke sabe que no está solo, aunque no pueda ver nada. Hay una sombra detrás del pilar.

¿¡Quién está ahí!?

La sombra danza a su alrededor, fuera se su alcance. Sasuke ve los cuerpos bañados en llamas carmesí. Las manos de su madre acarician su garganta.

¡Responde! ¡Sale de donde sea que te escondas!

La tiniebla se aplasta, y entra una puerta iluminada.

—¡Sasuke!

¿Naruto?

Desconcertado. Escucha los pasos rápidos acercarse, vienen de todos lados, pero Sasuke aun busca la sombra detrás del pilar. Pero hay más de un pilar. Hay más de una sombra. Hay demasiados cadáveres.

—¡Sasuke!

Es Naruto, su luz, pero las piernas le tiemblan, y un frío siseo se envuelve en su garganta.

¿Fuiste tú?, pregunta, voz tenue, sibilante. ¿Tú lo hiciste?

—¿Quién?

Pero no es Naruto. No es Naruto quien está en la puerta.

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Despertó con un grito resquebrajado que solo se escuchó en su cabeza, pero no pudo forzar sus ojos a que se abrieran, y siguió allí dentro de la pesadilla.

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Danzo no pensó que volvería a sentir miedo en su vida, pero tal vez todo lo que lo había llevado a este momento no había sido más que eso, y por mucho que hubiera experimentado con el Sharingan y su propio cuerpo, sus trucos palidecían ante el poder auténtico de esos ojos rojos.

—Tu ambición fue lo que acabó contigo. – le dijo, y su voz hacía eco en todas direcciones, los graznidos de una bandada de cuervos cuando avistan una matanza. – Si te hubieras quedado quieto en tu madriguera, no habría tenido que intervenir.

Intentó responderle, pero fue inútil. Habían luchado por demasiado tiempo ya, horas nocturnas desdibujadas entre la adrenalina y el torrente de poder que le empujaba a tratar de sobrevivir. Estaba a punto de ser un nuevo día, pero Danzou tenía la terrible certeza de que no volvería a ver el resplandor de un amanecer invernal. Un dolor incandescente subió por sus piernas y empezó a carcomer su piel.

Las llanas negras consumieron su malforme cuerpo, y pronto no quedó nada. Danzo se llevó aquellas palabras a la tumba.

"Los ojos de mi hermano nunca fueron parte del trato."

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Sasuke despertó al calor de Naruto.

Su cuerpo le envolvía, sus brazos alrededor de su torso, y contra su espalda el pecho fuerte, tan cálido y seguro. El chackra del rubio fluía por su cuerpo y le acunaba, como estar sumergido en una tina con el agua a la temperatura perfecta. Fue suficiente para que casi olvidara lo que había pasado, y si cerraba los ojos, podía pretender que estaban en su casa, que se acaba de despertar luego de una noche de besos y caricias, y que se levantaría a preparar el desayuno en unos minutos. Que la firmeza en el abrazo que lo enclaustraba no tenía nada que ver con el miedo, y que las vendas en su cabeza y el leve dolor que podía sentir en sus entumecidos músculos se debía a las largas horas de entrenamiento del día anterior.

El cielo está en tus ojos (NaruSasu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora