𝐏𝐫𝐞𝐥𝐮𝐝𝐢𝐨

311 14 8
                                    

La primavera se hacía presente y con ella el festival de Hanami, donde el país entero se teñía con un manto rosa pálido debido a los cerezos florecientes. Muchas familias se aproximaban a las ciudades para visitar plazas y parques donde los cerezos abundaban. Una de aquellas era la familia Tomioka.

-Date prisa, papá, o no llegaremos -le reprochaba una pequeña desde la puerta, tenía ojos azules y cabello negro sostenido en dos trenzas y dos broches de mariposa a cada lado de su infantil rostro-.

Tomioka Kanae estaba muy emocionada a pesar de que asistían a la gran ciudad todos los años. Le encantaba Hanami y siempre quería ser la primera en llegar.

-Sí, sí, ya voy -hablaba distraídamente el padre mientras tomaba un bolso con cosas para el pequeño viaje, aunque el bolso no era nada pequeño-.

-Cielo, papá siempre se tarda mucho, así que deberías acostumbrarte. -comentaba su esposa junto a su hija. Aquella sonrisa tan característica de ella se posaba en su cara y en sus brazos dormitaba el pequeño retoño de ojos púrpura y cabello negro-.

-¿Acaso ustedes están en mi contra? -comentó el padre fingiendo estar ofendido y molesto, llegando junto a su familia e incitándoles a salir para poder dejar la residencia-.

-Claro que no, papá. ¡Te amamos! -gritó su hija mayor lanzándose a sus brazos a abrazarlo, aunque intentando ocultar su risa-.

Giyuu alcanzó a reaccionar al abrazo y levantó un poco a su pequeña. Sólo un poco porque podía perder el equilibrio y caer, y si aquel bolso que llevaba, en su mayoría, cosas para los niños, se llegase a caer, su esposa lo dejaría durmiendo en el patio.

Con una sonrisa de lado, bajó a su hija lentamente y tomó su mano para seguir andando en la misma dirección en la que muchas familias avanzaban en esa soleada mañana.

***

-¡Esto es hermoso! -gritaba Kanae corriendo de un lado a otro por la plaza de la ciudad-.

Los padres simplemente reían desde un banco mientras veían a su hija disfrutar del bonito espectáculo. Habían caído tantas hojas que se formaban caminos rosados en el suelo. Su bebé yacía en el regazo de la madre, estaba recién aprendiendo a apoyarse sus piernas y se empeñaba en alcanzar alguno de los pétalos que caía, estirando sus pequeñas manitos hacia el cielo.

-Sabito es un poco inquieto -comentaba Giyuu-.

-No me sorprende, sólo mira a Kanae -le respondió Shinobu y ambos miraron a su hija, quien reía abiertamente mientras hacía ángeles de pétalos en el suelo a unos metros de ellos-.

Giyuu negó riendo y dejó un momento a su esposa y el bolso para ir a jugar con Kanae. Se acostó junto a ella y empezó a hacer lo mismo, aunque con una risa más reservada que la de su hija.

-Papá pero tu ángel no podrá volar bien -se detuvo Kanae y miró a su progenitor, el cuál la miró interrogante-. Es que no tienes tu brazo, y no quedará tan grande su ala.

-Ah -frunció un poco el ceño. Aquel comentario no lo tomó por sorpresa, no del todo. Kanae poseía el mismo humor y sonrisa que Shinobu-. Sigo siendo más grande que tú, así que mi ángel será más fuerte.

Dijo lo último con voz calmada y encogiéndose de hombros, a la vez que dirigía su mirada al cielo y cerraba los ojos, pero la niña se sentó y lo miró molesta.

-¿Ah, sí? Pues el mío volará más rápido -se cruzó de brazos y volteó su cara molesta hacia el lado opuesto de su padre-.

-Pues ya lo veremos.

El padre se lanzó sobre la pequeña y empezó a proporcionarle cosquillas en su estómago, haciendo a Kanae reír a carcajadas.

-¡Papá! ¡Ya basta! -decía entre risas, dando pataletas como reflejos de las cosquillas-.

Shinobu llegaba a sentarse junto a ambos mientras dejaba a Sabito sobre el césped, ahora rosado, para que finalmente pudiera jugar con ellos.

Padre e hija detuvieron las cosquillas para acercarse al resto de su familia. Kanae se acostó boca abajo con su cabeza entre sus manos, moviendo los pies divertida mientras veía a su hermano. Tomioka se sentó junto a Shinobu y ella se aproximó a él, recostando su cabeza en su hombro.

El joven se acomodó mejor para pasar su brazo por los hombros de su esposa y ella lo abrazó mejor. Giyuu apoyó su cabeza sobre la de Shinobu y se quedaron en esa posición, observando a sus hijos y respirando tranquilamente por el futuro que pudieron lograr juntos.

«Sí. Eso habría estado bien.» Se decía el joven de cabellos oscuros mientras miraba la enorme luna que iluminaba el cielo aquella solitaria noche.

--------------------------------------------------------

Bueno, aquí el preludio de una pequeña historia Giyuushino que se me ocurrió cuando terminé el manga de Kimetsu no Yaiba (muy recomendado, por cierto).

Si llegaste hasta aquí sin leer el manga, lamento decirte que el ship nunca pudo ser canon😔. Así que hice esta historia para compensar mi corazoncito y el de muchxs.

En fin, espero que disfruten la historia🤍.

Adiós 🦋💧.

Si tan solo... [KNY]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora