2.Odio y Muerte

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Yo, Jean Pierre había sido traicionado en apenas unas horas por mi amada, mi nuevo amigo e incluso mi hermana.

Mi corazón estaba destrozado y mi alma corrompida por el odio. Habían huido, no había rastro de ellos en todo París. Los criados del falso marqués se habían ido también, Charles era el dueño de todo ahora y decía no saber nada ''de su señor'', yo sabía que mentía, pero nada pude hacer para sacarle información.
Desee matar a mi propia hermana, era cómplice de todo, no había rastro de sus joyas y a pesar de mi amenaza de internarla en un convento juro y juro que no sabía hacía donde habían huido.

Tras días callando mis malos pensamientos con alcohol decidí hacer una locura que mi juicio como tal no comprendía.

Me introduje en los barrios bajos de París, en una especie de lugar donde practicaban la magia negra.
Entre en una estancia oscura, y pedí ver a alguien poderoso, enseñé una bolsa llena de oro. Me condujeron a una habitación tenebrosa, donde una mujer tuerta y de mal aspecto me recibió diciendo que me esperaba.

Le ofrecí dinero, pero se negó, dijo solo aceptar un sacrifico.
Rodeados de un humo extraño le conté todo lo ocurrido. Ella entonces se pronunció:
- ¿Y no le creíste a tu antigua prometida cuando te dijo que se conocían ya?"Ella decía solamente la verdad, puedo verlos en pasado y en presente, ahora se encuentran en alta mar, y veo que cuando este ciclo termine ambos se reencarnarán y se volverán a encontrar. Una magia poderosa los une, casi tan grande como el amor que sienten, nada hay que puedas hacer para separar los, pero si puedes condenar su unión eternamente. -

- ¿Cómo? - pregunte intrigado y sorprendido por las palabras de la vieja, yo nunca había creído en tales creencias vulgares, pero una magia densa flotaba por el lugar.

La vieja bruja guardo silencio por un rato, mientras sus ojos eran un reflejo de su alma totalmente vacía y entonces prosiguió...

-Condenándolos con su unión verdadera, en su vida original ellos fueron hermanos, podemos hacer que en la próxima lo sean. Entonces por más que se amen su amor será prohibido y condenado de tal forma que nunca podrán amarse- explicó la vieja entre risas.

-Pero a pesar de eso en su primera vida se casaron. - respondí molesto.

-Sí, pero si hubieran nacido hermanos en esta época hubiera sido diferente, los tiempos cambian y cada vez la unión sanguínea es menos viable, te aseguró que en su próxima reencarnación su unión será imposible, y por cada reencarnación su castigó será el mismo. - Dijo la vieja entre risas.

- ¿Qué quieres a cambio de maldecirlos para siempre? - Pregunté decidido.

-Los maldeciré mediante la sangre, así que quiero sangre a cambio, concretamente tú sangre, él odio que brota en ella es lo necesario para que con mi magia el hechizo sea totalmente fuerte. -

-Acepto - respondí sin dudarlo.
La vieja me entregó una daga de plata y en una gran fuente de plata la cual deduje que era robada me ordeno que echara la sangre. Me corté con sangre fría una arteria y mi sangre comenzó a brotar, y mientras me mareaba más por la impresión que por la misma sangre.

- ¿Realmente crees con tan poca sangre se cumplirá lo que deseas? - Me preguntó la vieja con una sonrisa turbia.

- ¿Cuánta necesitas? - pregunté mareado.

-Hasta la última gota. -

-No habías dicho que esto fuera a matarme- respondí

-Vamos -ordenó la vieja.

La maldición de los hermanosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora