𝐼- 𝐸𝓁 𝓅𝓇𝒾𝓃𝒸𝒾𝓅𝒾𝑜

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Akaashi recuerda aquella tarde con añoranza, con un sentimiento tan puro y delicado que su mirada se vuelve dulce y una sonrisa tierna se dibuja en sus labios al recordarlo

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Akaashi recuerda aquella tarde con añoranza, con un sentimiento tan puro y delicado que su mirada se vuelve dulce y una sonrisa tierna se dibuja en sus labios al recordarlo.

En ese momento notó que todo estaba bien, que por mucho que pensase en su brevedad, sabía que se había quedado clavado en su corazón.

Aquella tarde perdura en su vida como algo totalmente ajeno al resto de sucesos y como algo que le ha guiado en sus peores momentos.

Ahora, tras 10 años separado de Bokuto, su vida se fue adaptando al resto del mundo, recordando aquella tarde cada vez que quiere sentir la valentía de la juventud recorriendo sus huesos, la felicidad de unos días en los que el sol no se ponía, y la pasión de cuando jugaban juntos al voleibol hasta que caían rendidos en sus camas.

El amanecer se abre paso entre el reducido hueco que hay entre las cortinas. Akaashi retira la mira de su tarea cuando un rayo de sol de principios de otoño se refleja en los cristales de sus gafas.

- Papá, el profesor quiere que escribamos sobre un momento que nos haya hecho muy felices.

Keito, de 7 años de edad, aparece en la habitación principal del apartamento. Le mira con una expresión de preocupación entremezclada con la estela del sueño.

Keiji, que en ese momento estaba preparando el desayuno para ambos, se gira hacia su hijo para dedicarle una mirada afable y una sonrisa tierna en los labios.

- Veamos, ¿recuerdas el viaje del año pasado?- le pregunta al instante.

El pequeño de cabello azabache mira a su padre durante unos segundos mientras que recuerda ese primer viaje a Europa. Con una mano en el mentón cierra los ojos y frunce el ceño, sintiendo de nuevo aquel cúmulo de emociones que se arremolinaron en su cuerpo cuando subió por primera vez a un avión, cuando tuvo que ir al baño y tenía miedo de que hubiera un agujero en medio de avión, o cuando aterrizó en un país diferente.

- ¡Si! Me acuerdo como si hubiésemos ido ayer, papá.- exclama entusiasmado al recordarlo con tanta claridad.

La sonrisa de su padre al bajar del avión, los colores tan vivos que desprendían todas las cosas de aquel país, las calles que olían a árboles y flores, el sonido de los pájaros, los perros y algún gato por los tejados, y las risas en otro idioma.

- ¿Te hizo muy feliz?- pregunta Keiji ante la respuesta tan sincera de su hijo.

- Sí, fue el primer viaje que hicimos juntos.- aclara el pequeño acercándose para ver qué está preparando.

- Es el primero de muchos, Keito.

Keiji continúa preparando la tortilla para el desayuno bajo la atenta mirada de su hijo. Al observarlo de reojo puede ver el brillo de la curiosidad en sus ojos, como sigue sus movimientos y su estómago ruge en respuesta.

No puede evitar la sonrisa sincera que sale de sus labios cuando se da cuenta de lo mucho que Keito se parece a Bokuto.

- ¿A ti qué momento te hizo muy feliz, papá?- la pregunta le toma por sorpresa.

Tiempo y polvoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora