i'm in the mood

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Desde su lado más oscuro, Soobin creyó que estaría satisfecho con la ruptura de Yeonjun y Kai.

Sabía que era cruel e inmaduro sentirse bien por el término de una relación ajena, sobre todo una sincera y que no tenía ni una pizca de toxicidad involucrada, pero no pudo evitar sonreír cuando Yeonjun salió en aquella cita de ruptura. Por supuesto, se excusó alegando que sonreía porque terminarían en buenos términos y seguirían siendo amigos.

Sin embargo, el karma por aquellos pensamientos macabros le golpeó en más de una forma.

Primero, su amarga satisfacción se transformó en una pesada desdicha apenas Yeonjun regresó a la habitación, con la naricita roja y los ojitos llorosos. Si había algo que le hacía sentir miserable, era ver mal a su roomie, cosa que no había anticipado. Creyó que romperían en buenos términos...

Segundo, Jooyi comenzó a restringir sus citas a encuentros en el dormitorio, la parte que a Soobin más le costaba disfrutar. Como estaban cada vez más ocupados con sus tareas del semestre, decía que, como no tenían tiempo para salir, debían verse solo para lo importante.

Tercero, Yeonjun apenas le dirigía la palabra. Al parecer, en vez de optar por la clásica liberación de emociones, había decidido que su estrategia de afrontamiento para la pérdida de su pareja sería la de enfocarse completamente en la productividad. Pasaba prácticamente todo el día en clases o en la biblioteca, y si es que coincidía con Soobin en la habitación, pasaba su tiempo frente a la computadora, editando, escribiendo o leyendo, siempre con audífonos puestos.

Nada de eso tenía satisfecho a Soobin. Al contrario, la culpa por haber eliminado los mensajes bonitos de Kai comenzaba a calar en su consciente. Su sentido del deber estaba fuertemente arraigado en la culpa católica, así que era solo cuestión de tiempo hasta admitir que en ese momento había sido derrotado por el peso del pecado capital de la envidia.

Menos de una semana después de la tarde en la que Yeonjun y Kai terminaron, su ángel venció a su demonio. Sabía que solo había una forma de hacer lo correcto: decir la verdad.

Lástima que esa fue la primera vez en la que Yeonjun le dejó de hablar por dos días seguidos.

Durante todo el día, Soobin había ensayado el discurso que diría una y otra vez, porque temía que debía ser perfecto para no enterrarse en un hoyo de desesperación más profundo. Su demonio lo quería devolver a la inacción, a guardarse el secreto hasta la tumba y a seguir con su vida como si nada hubiese pasado, pero, por suerte, su ángel prevaleció en todo momento, recordando que ser honesto era, en ese caso, un mal necesario.

Apenas terminó su última clase del día y retornó a la habitación, tomó un suspiro de valentía. Sentía que su corazón había caído hasta su abdomen. Quería vomitar o desaparecer. Al final, tuvo que tragarse todas sus ansiedades y dirigirse hacia el escritorio de Yeonjun, donde su roomie se encontraba editando una escena, con audífonos puestos.

一Yeonjun. 一Llamó su atención con unas palmaditas sobre su hombro, logrando que se quitara los audífonos por un instante一. ¿Te puedo decir algo?

一Oh, okay, espera un segundo. 一Sea por intriga o por misericordia, Yeonjun hizo un par de clicks en su programa para guardar el progreso de su tarea, antes de finalmente girar su silla en dirección hacia Soobin一. Dime.

Se sentía raro manteniéndose de pie, así que retrocedió hacia el borde de su cama. En todo momento, Yeonjun lo siguió con la mirada, en una expresión tranquila, de aquel que ignora la tragedia por venir. Que realmente no pareciera sospechar no hacía más que incrementar la culpa que sentía Soobin.

一¿Te acuerdas del día en el que le enviaste ese mensaje larguísimo a Kai?

一¿Quieres que me ponga a llorar ahora mismo? 一asumió Yeonjun, en son de broma, a pesar de que su sonrisa no alcanzó sus ojos.

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