the root of the problem

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Desde el tercer mes de su estancia en la universidad, Soobin había comenzado a incorporar algunas plantas de interior a su dormitorio.

Al inicio, sentía que sería muy difícil mantener las plantas que quería, porque no tenía el espacio idóneo para crear la jungla vegetal de sus sueños. Apenas contaba con una ventana por la cual entraba escasa luz natural, y debía hacerse con luz artificial la mayor parte del tiempo, sobre todo en invierno. Tampoco creía que Yeonjun estaría muy contento de ver tierra en el suelo cuando necesitara trasplantar a sus bebés a nuevas macetas, incluso aunque limpiara inmediatamente después.

Sin embargo, llegó un punto en el que sus ánimos no soportaban la ausencia de verde. Se sentía abrumado con las tareas, el ritmo universitario y el hecho de que, en ese entonces, Yeonjun tuviera de novio a un idiota miserable. Necesitaba al menos a una amiga vegetal en su habitación.

La primera plantita que logró instalar en su pieza fue una pequeña suculenta. Esa Echeveria llegó del jardín de su madre, quien le hubiese llevado más de una si no fuese por la insistente modestia de Soobin.

Pronto, se le sumó otro brote de suculenta Aloe, regalo de su profesora de herbología por mostrarse tan interesado en el reino vegetal. Poco a poco, fue creciendo, dejando de ser solo un pequeño brote para convertirse en una preciosa plantita. Al igual que la Echeveria, descansaba en el borde de su ventana, para que pudiera recibir la mayor cantidad de luz posible a lo largo del día.

Esas dos suculentas fueron las únicas en el arsenal de su pieza durante los siguientes semestres. Las cuidaba y quería mucho, sí, pero no se comparaban al jardín de su mamá, al que solía tener acceso cuando vivía con sus padres.

La solución la había encontrado en el invernadero de la universidad, el cual comenzó a frecuentar desde las vacaciones en las que la profesora de herbología lo dejó a cargo. Aunque no transmitiera la misma sensación hogareña que el jardín de su mamá, la tecnología del invernadero le parecía fascinante, por formar un ecosistema propio allí adentro, capaz de hacer crecer variedades que no sobrevivirían en un cultivo regular.

Su afinidad por el mundo vegetal era bien conocida por todos sus amigos. Naturalmente, cuando comenzaron a salir, Jooyi fue más y más consciente de ello, sobre todo porque Soobin acudía a la mención de sus suculentas o del cultivo hidropónico si es que podía anticipar algún tema de conversación que le incomodaría.

Un día, regresaban de una cita cuando Jooyi estacionó frente a la residencia de hombres. En ese momento, normalmente se veía decepcionada de tener que separarse, pero esa vez, no logró ocultar su sonrisa.

一Hey, la pasé lindo hoy 一dijo, colocando una mano sobre el muslo de Soobin, quien tardó un segundo en relajarse y seguirle la corriente al entrelazar sus manos. Estaba mejorando.

一Yo también. 一Le ofreció una sonrisa de vuelta一. Me escribes cuando llegues a cas-

一Espera 一interrumpió Jooyi, abriendo la puerta de su lado一. Cierra los ojos.

Soobin le hizo caso y se cubrió los ojos con una mano, con la expectativa de que Jooyi lo besaría o algo por el estilo. En cambio, escuchó que salía del auto, abría otra puerta, tardaba unos segundos en volver a entrar, encendía las luces interiores y...

一Bien, puedes abrirlos.

Apenas apartó su mano y abrió los ojos, Soobin quedó boquiabierto. Jooyi tenía una Chlorophytum comosum, o planta cinta, sobre el regazo. Otro nombre para la planta era lazo de amor, así que asumía que esa había sido su intención al conseguir esa especie en particular.

一No... 一murmuró, incapaz de responder de otra forma.

一¿No te gusta?

一¡No, no! 一Sacudió la cabeza para enfocarse y poder enunciar一. Me encanta. Gracias.

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