Todo Está Bien

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Tweek se sentó frente a su computador, la luz del aparato la única luz presente en su habitación.

Era una costumbre entre él y Craig, siempre hablar en la oscuridad, les hacía recordar a las pijamadas que hacían de pequeños, donde pasaban horas hablando a pesar que la madre del pelinegro ya hubiera apagado las luces para que se fueran a dormir.

Todo era más sencillo entonces, ahora Tweek tenía 21 años, atascado en un pueblo de mierda y con un empleo de mierda en el negocio familiar. Pero lo que es peor, Craig ya no estaba a su lado como en aquél entonces.

-Hola cariño -la voz de Craig se empezó a escuchar desde los parlantes de su laptop, su cara no tardó en aparecer en la pantalla, tenía aspecto adormilado y unas ojeras tremendas, todo un universitario- te ves fatal, ¿Todo bien?

Tweek sonrió, él podría decir lo mismo del chico, pero eligió sólo rodar los ojos, tomando el insulto como lo que era, una forma que tenía Tucker de mostrar afecto.

-Papá me tuvo en el turno nocturno, de nuevo, juro que si una señora más trata de usar un cupón de Starbuck para pagar, renuncio, aunque no me paguen lo del mes.

-Siempre dices eso, amor -dijo Craig, riéndose de sus tragedias- Quizás deberías hacerlo, renunciar, tomar un descanso, te lo mereces.

Tweek solo resopló, ya habían tenido esta conversación un millón de veces, y el resultado siempre era el mismo.

-Necesito el dinero, no creo que nadie en el pueblo sea capaz de pagarme tanto como lo hace mi familia, los horarios son una mierda, pero es lo que hay, además... -añadió con tono juguetón- ¿de que otra forma sería capaz de visitar a mi novio, en su elegante dormitorio de su elegante universidad de su no tan elegante gran ciudad?

-Repito, te esfuerzas demasiado -suspiró Craig- Por eso es que esta vez yo seré el que vaya a South Park.

-Pero, ¿y que hay de tus clases?

-Una semana de faltas no daña a nadie, además extraño a Tricia, pero no sé lo digas -advirtió-. Ya está decidido, compré el pasaje de autobus esta mañana, así que no intentes convencerme de quedarme.

-Craig, no... -si tan solo pudiese evitarlo, si tan solo hubiera una manera. Craig no podía hacer ese viaje, pero no había nada que hacer y lo sabía.

-Te amo, Tweek Tweak. Te veo en una semana. -el rubio pudo escuchar un ruido de fondo, alguien abriendo la puerta de la habitación del muchacho- Mierda, llegó mi compañero de cuarto, debo irme, adiós amor.

Y sin más la imagen de Craig desapareció de la pantalla, Tweek cerró la computadora antes de arrojarse a su cama. Ya había tenido esta conversación un millón de veces, pero aún así...

Lloró toda la noche.

- O -

-Tweek, ah, más despacio, ¡Carajo! -jadeó el chico, apenas logrando formar palabras tras cada embestida despiadada que daba el rubio sobre él.

Sin hacer caso a las quejas de su compañero, Tweek agarró con más fuerzas las caderas del muchacho, más de la que podía ser necesario o placentera, pero eso realmente no le importaba.

Lo que Thomas sintiera no era de su interés, él vino aquí por beneficio propio, y el chico a este punto ya debería saberlo, después de todo no era la primera vez entre ambos.

-T-Tweek, ¡Mierda! N-necesito... -Thomas se encontraba acostado de espaldas en la cama, con el rubio entre sus piernas, apretando las sábanas con ambas manos, en busca de algo de donde sostenerse.

No es lo que pareceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora