Relata Clara
Son las 06.25 p.m de un domingo atípico. Un domingo en el que debería estar tirada en la cama leyendo un libro o mirando una serie en Netflix, sin embargo me encuentro en medio de la ciudad, esperando su llegada.
Cuando salí de casa el sol brillaba en lo alto. Ahora, veinte minutos más tarde, noto que ya no pega tan fuerte, como si estuviera perdiendo su guerra contra el tiempo. Y lo hace del modo más poético y artístico posible.
El cielo comienza a teñirse con una mezcla de colores entre el amarillo y el rojo, pasando por el anaranjado y el violeta en todas sus gamas. Lo que quedaba del día, se comienza a escurrir en medio de los edificios hasta perderse entre los árboles y el bullicio ensordecedor de una ciudad tan ruidosa como nauseabunda. Las calles huelen a estiércol cuando no estás
Vuelvo a mirar mi reloj.
6.30 pm.
Calma corazón, dame tregua
Miro hacia un lado, luego hacia el otro. Chequeo nuevamente el horario. Sí, no hay dudas. Son las 6.32 pm.
Los minutos se vuelven horas mientras te extraño
Impaciente, abro WhatsApp y escribo. Pulso enviar.
✔Una tilde. Se envió
✔✔Dos tildes. Le llegó
Y ahí queda, como suspendido en el tiempo. Aguardo un poco más esperando que cambien de color, pero no. No lo lee. Tampoco se pone en línea. Chequeo su última conexión: 6.15 p.m.
Una brisa suave me abraza y pone a bailar mi vestido con florcitas de color celeste. Estoy parada justo en esta esquina en la que convergen las dos avenidas más transitadas de la ciudad. Qué frías se vuelven estas calles sin tu calor
Mi cabeza no para de dar vueltas. Tengo mil inquietudes y el doble de inseguridades. No vas a venir. El miedo, ese sentimiento paralizante y amenazador, llega a llenarme de dudas y pienso que quizás, sea mejor volver a casa.
Lo pienso. Dudo. Lo vuelvo a pensar. Me decido. Necesito verte pero entiendo que no vengas...Enciendo un cigarrillo mientras pongo en una balanza los pro y los contra y finalmente decido que es mejor regresar a casa. Comienzo a desandar el camino que me trajo hasta esta esquina mientras arrastro lo poco que queda de mi. Maldita vida que me volvió tan pusilánime.
Me siento una cobarde, siempre dejando que el miedo maneje mi vida, siempre permitiéndole decidir por mí. Los ojos se me vuelven río al imaginar la decepción de mi madre cuando me vea atravesar, derrotada, el umbral de la puerta. Ella, que creyó en mí, creerá que sus palabras no han sido más que un diluyente vago y acuoso en mi vida.
La imagen de Tina me invade y un escalofrío me recorre desde las entrañas y devora, poco a poco, paso a paso, cada uno de mis miedos. Los aniquila y los vuelve polvo mientras, la mujer que alguna vez fui, se asoma con coraje y le da una cachetada a la duda, desestabilizando y derribando el castillo de naipes sobre el que ha construido su refugio. Quiero luchar por esto
Detengo mis pasos. Giro sobre mis propios pies y miro nuevamente en dirección a aquella esquina de la que huí hace algunos minutos. Mis ojos te reclaman
Decido darme una nueva oportunidad y emprendo el camino de regreso a aquel punto de encuentro. Dejo que mis latidos acompañen mi andar sereno al mismo tiempo que arrojo, junto con mis inseguridades, lo que queda de mi cigarro. Sonrío al recordar la de veces que me pidió que dejara "esa basura". Y en ese momento me llega una voz... su voz, que desestabiliza lo poco que queda de mí y pone mis latidos en slow motion. Siento que una revolución se desata en mi interior. Tu voz dice presente y suena Nessum Dorma en cada rincón de la ciudad.

ESTÁS LEYENDO
Paseo
NouvellesEsta es la historia de Clara y Tina. Un simple paseo que nació de la necesidad y el deseo de, por una tarde, burlar al destino y romper con la rutina