Hace muchos ayeres, en una época que muchos han olvidado, existía un reino llamado Minland. En aquel lugar, gobernó un rey benigno quien es amado por su propia gente, la vida le sonreía a su lado junto con su esposa y sus hijas. Con la seguridad de un valiente cambió las leyes del imperio para que su hija mayor, Marad, sea la siguiente gobernante después de su muerte. Sin embargo, como cualquier nación, pasó por sus peores épocas.
El día se convirtió en noche en un pestañeo; con nubes espesas que lentamente soltaban cenizas cubriendo todo de espesa nieve gris, acompañada de un calor extraño que hizo sacudir al pueblo con escalofríos en pleno invierno. Desde el portón del palacio, el rey Ruperto II observaba horrorizado mientras su atuendo real se sacudía con violencia por los fuertes vientos, producidos por una criatura que volaba hacia el horizonte. Eso indudablemente era una señal de malos presagios.
Con gran rapidez, el inmenso reptil se había llevado a una de sus hijas. La gran tormenta se detuvo, cuando el dragón se alejaba. Todo el reino está en alerta por la desaparición de una de las princesas: Fara, es una joven que los padres querían mucho como todas sus hijas, para ellos, la familia es importante. Pronto, los reyes triplicaron la seguridad del castillo y de todos sus habitantes ante el posible regreso del dragón.
El único indicio que tenían de la amenaza era aquellas nubes de tormenta, que solo aparecían cuando el dragón estaba cerca. Él rey, que en el pasado ordenó deshacer la mayor parte del armamento del ejército, durante los tiempos de paz, se vio obligado en medio de una nueva crisis a reincorporar las armas en todo el reino. Afilaban espadas, tallaban flechas, endurecían sus escudos y forjaban armaduras, siempre en la espera de cualquier sospecha de ataque.
Sin embargo, la sorpresa los invadió cuando el dragón no volvió para pelear. Hablaba el idioma humano con el fin de discutir una oferta con los mismos monarcas sobre la liberación de Fara:
—"Sí tanto ansían recuperar a la joven princesa, su majestad, envíeme a sus mejores guerreros para combatir contra mí en la gran montaña del oriente, si ganan, se llevan a la querida princesa, el joven afortunado contraerá matrimonio con ella y ambos gobernarán Minland"—.
— ¿Cuál es la trampa? —Respondió el rey ante el atrevimiento del monstruo— Un trato no lleva solo los beneficios propios, si no de ambas partes—.
El dragón acercó lentamente hasta quedar a unos metros del soberano— Soy muy poderoso, más allá de lo que tu pobre imaginación está dispuesta a entender, así que no creo posible que sea tarea sencilla para los supuestos caballeros derrotarme. Sin embargo quiero que lo intenten lo mejor posible, la recompensa es buena, ganar hará que puedan casarse con una hermosa princesa que se deberá convertir en reina— el dragón sostenía una mirada firme con algo de duda que no logra comprender Ruperto e hizo un gesto a sus guardias de que todo estaba bien ante el acercamiento.
Con decisión y el cuidado de no arriesgar la vida de una de sus descendientes, aceptó junto a su esposa, la reina Jenell, responsabilizándolos de las circunstancias en que están. El dragón complacido y sin decir más se retiró a su guarida donde supone retiene a la prisionera.
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¿Tiranía?
FantasíaHace milenios los dragones dejaron de ser tratados como seres sagrados, y en su lugar fueron vistos más como entes malignos; gracias a eso, yo estoy pagando el precio por proteger lo que queda de mi especie. Sí, soy un dragón; después de haber secue...