Indirect Kiss

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Sherlock era de esas personas que pensaba seriamente en la transmisión de gérmenes, muy rara vez dejaba que las personas lo tocaran, personas que seguramente habían tosido o estornudando en sus manos. La saliva humana contiene alrededor de 100 millones de bacterias, bueno, cada mililitro de saliva humana. Leyó ese dato en su niñez y jamás lo olvidó. Hoy a los 15 años, seguía siendo uno de los pocos chicos de su edad que no habían besado a nadie.

Era un joven guapo, algo arrogante y solitario, pero no por eso era menos atractivo para sus pares. Había tenido pretendientes, algunas chicas y chicos, pero jamás concretó nada. En un beso se triplican las bacterias que habitan en la boca, no se arriesgaría a eso, jamás.

Por otro lado, John era todo lo contrario a Sherlock. Creció entre el lodo y los insectos en el vivero de su madre, fue un niño feliz que saltaba en los charcos durante y después de la lluvia. Aún así, a pesar de ser tan opuestos, Sherlock y él eran mejores amigos desde siempre. Aunque John ocultaba un secreto que estaba seguro no le diría a su mejor amigo, al menos no es un futuro cercano. No contaba con que Sherlock sospechaba de su secreto, algo que, según John, estaba tan oculto dentro de su ser que era imperceptible para los demás.

—No quiero más goma de mascar, estoy exhausto.— Sherlock intentaba probar un punto. Hace ya algunos meses había captado que de una o de otra forma, John terminaba llevándose a la boca cualquier cosa que Sherlock había tocado con sus labios.

—¿Aún tiene sabor?— Preguntó John con falso desinterés. Sherlock asintió.— Bien, yo la seguiré mascando... sería un desperdicio tirarla si aún tiene sabor.— Habló rápido, claros signos de nerviosismo se apoderaban de él. Aún así Sherlock accedió y le dio la goma de mascar. John se la llevó a la boca sin pensarlo, acción que provocó un sonrojo en el contrario ¿Es que John disfrutaba de su saliva? Sonaba incluso obsceno en su mente pensar en esa posibilidad.

Goma de mascar. Había sido lo más osado en su lista de pruebas para John, la prueba por la que había decidido empezar su pequeño experimento, que si seguía el curso planeado, culminaría en un... en un... un beso. La sola idea de pensarlo lo estremeció de dos formas totalmente distintas.

—Todo sea por la ciencia...— Se dijo a sí mismo mientras se despedía de John, que ya estaba varios pasos lejos de él. Sherlock intentaba convencerse de que había tomado una buena decisión al empezar a indagar sobre los peculiares gustos de John por su boca y su saliva.

Camino a casa, John agudizó el oído al pasar por un parque, en el cual un par de chicas algunos años menores que él conversaban avergonzadas.

—Entonces él tomó agua después que yo ¡De la misma botella!— Ambas niñas gritaron fuerte.

—Eso quiere decir que le gustas. Técnicamente se besaron ¡Fue un beso indirecto!— John comenzó a toser al ahogarse con su propia saliva y la goma de mascar, que finalmente bajó por su garganta hasta su estómago sin previo aviso, la había perdido para siempre, pero más importante que eso... ¿Cómo que un beso indirecto?

Las chicas lo miraron un rato, debatiéndose entre si lo ayudaban o no. Al final cuando lo vieron un poco más recuperado decidieron caminar por el parque y seguir animadamente con su conversación.

Cuándo John se calmó pensó que quizá sería buena idea preguntarles a las niñas como habían llegado a esa conclusión. Pero se arriesgaba a parecer un chismoso ante dos chicas menores. Incluso podría pasar una vergüenza a cuestas de sus preguntas inoportunas. Finalmente decidió seguir su camino a casa y meditar sobre una información que no había tomado en cuenta. Al parecer sus sentimientos por Sherlock salían a flote de formas que ni él había imaginado. Tendría que controlarse.

A la mañana siguiente, en la escuela. Sherlock y John se encontraron en una mesa del patio, bajo su árbol favorito, como todos los días.

—Ya se está sintiendo el otoño, por lo cual traje un delicioso café.— Sherlock sacó un pequeño termo y lo destapó. El aroma inundó las fosas nasales de John, supo que era delicioso sin siquiera probarlo.

—¿Vas a beber de la tapa?— Sherlock lo miró un momento y rodó los ojos, la respuesta era obvia.— Bien, no traje un vaso, no probaré de tú café.

—Puedes beber después de mí...— Dijo luego de tomar un sorbo. Su labio superior quedó húmedo por el café. John se ruborizó y en un acto involuntario se lamió los labios, deseando poder probar el café directamente de los labios de su mejor amigo. Luego hizo memoria y recordó lo de los besos indirectos y que debía ser más precavido.

—Paso, amigo.— Habló mirando su reloj, intentado quitarle importancia al tema.

—¿Te da asco? Pensé que...

—Claro que no, Sherlock.— Intentó sonar dulce y caminó hacia su amigo, puso su mano en el hombro de Sherlock y le sonrió. A pesar de ser reacio al contacto físico siempre se dejó tocar por John, obviamente sobre la ropa, en verano no lo dejaba tocarle ni un centímetro de piel.

—¡Amas el café!— Su plan se estaba yendo a la basura, pero aún tenía otras formas de probar su punto.

—Pero te amo más a ti.— John abrió mucho los ojos e intentó arreglar lo que había dicho.— Me refiero... digo, te amo, obvio... eres mi mejor amigo, y amas el café, hace frío... prefiero que tú lo tomes, yo tengo calor. Deberíamos entrar, el sol me molesta.— Sherlock estaba sonrojado, pero no al mismo nivel de su amigo, que parecía explotaría en cualquier momento.

Las horas pasaron y luego de la clase de deportes Sherlock se encontró con un sediento John. Como un oasis en medio del desierto, Sherlock Holmes esperaba junto al locker de su mejor amigo mientras bebía de una botella de agua fría.

—El gimnasio era un infierno hoy.— Habló Sherlock de forma casual.

—Horrible, estoy seco.— John estaba exhausto.

—¿Agua?— Ofreció con una chispa de malicia en su mirada.

—Yo... debo tener mi botella de agua por algún lado, o quizá deba comprar una. No te preocupes.— Dijo comenzando a caminar hacia la cafetería. A esas alturas del día, con dos planes fallidos, Sherlock comenzaba a sentirse frustrado.

Vio cómo John sacaba una botella de agua de la máquina expendedora, y en un arrebato de furia caminó hacia él. John comenzó a beber agua de su propia botella. De un momento a otro su amigo se la arrebató y comenzó a bebérsela hasta acabar con toda el agua de la botella.

—¿Pero qué mierda?

—¡Siempre bebes de mis vasos! ¡mis botellas! ¡te comes lo que dejo a medias! ¡Exijo una explicación!— John parpadeó repetidas veces antes de asimilar lo que había pasado.

—Sherlock...

—¡¿Qué?!

—Acabas de beber de mi botella.— Dijo sonriendo de forma burlesca.

—¿Y eso qué?— Habló como si su amigo hubiera dicho la cosa más ridícula del mundo.

—Fue un beso indirecto.— Susurró cerca del oído de Sherlock. El cual se sonrojó hasta las orejas. Ahí entendió todo, todas esas veces en las que John bebió de su botella, se comió su goma de mascar... le gustaba.

—John...— Susurró mientras lo tomaba de la muñeca, por primera vez lo tocó sin una capa de tela de por medio.— Cuando esté listo para los besos reales, te lo haré saber.— Luego de hablar comenzó a caminar rápidamente hacia la salida, aún sonrojado y tratando de procesar la oferta que le había hecho a su amigo casi sin pensar. Dejando a un muy confundido John en la cafetería de la escuela. Que al momento de entender todo, corrió tras él sin pensárselo dos veces.


Flufftober 2021 (Johnlock)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora