Parte 4 Exhausta y una opción

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La pareja, él un hombre como de 40 años y ella como de 35, se acercaron a mí. Él abrió la botella con el aceite y echó un buen chorro desde mis hombros hasta mi abdomen. Los dos se miraron con una sonrisa cómplice y pusieron sus manos sobre mi cuerpo. Vi cómo Carlos se acercaba a mis amigos y les empezaba a hacer la plática. El hecho de que estuvieran ahí mis amigos hacía que mi vergüenza se incrementara como nunca había experimentado. En tanto, la pareja aplicaba más aceite en mi cuerpo y lo extendían por mis piernas, nalgas, torso... por todo mi cuerpo, incluso me rozaron mi pubis, constatando lo húmedo que estaba, lo cual comentaron entre ellos. Aunque no esperaba que me dijeran nada, el que hablaran solamente entre ellos me hizo sentirme aún más como un objeto dispuesto ahí para su placer. Yo estaba completamente confundida, con una mezcla de sentimientos y sensaciones, entre vergüenza, placer, excitación, ganas de desaparecer pero también de ser poseída.

Después de una eternidad la pareja terminó el tiempo que Carlos les había dicho que tenían conmigo, y tras agradecerle a él, se despidieron también de mí, diciéndome "Gracias, eres una cosita muy linda" y dándome cada uno una nalgada, se alejaron del stand.

Yo, atada aún al poste por mi cadena del cuello y amordazada, sólo me quedé ahí parada aún excitada por las caricias, y mirando para cualquier lado, evadiendo la presencia de Beto y de Daniela.

Pero tras unos minutos Carlos subió a la tarima y me dijo:

—Perrita, sí que has trabajado el día de hoy. Mira, ya hablé con Alejandra y Erik, y acordamos que ya es hora de que tengas un descanso, pero debes seguir promocionando los productos de Fetish-Up —lo miré agradecida por tener al fin un descanso, pero temerosa de lo que podía implicar la segunda parte—. Danni y Beto se ofrecieron amablemente a llevarte a comer, pero debe ser en el área de comida rápida de la Expo y aprovecharemos para continuar promocionando la marca al mismo tiempo. Esta Alejandra te preparará con tu siguiente disfraz en el vestidor trasero. Pero primero saluda a tus amigos.

Así, tras desatar mi cadena del poste, y retirando por fin la bola de mi boca, me llevó atrás de la caja, donde estaban mis amigos...

—Ele (así me decía ella), amiga —comenzó Danni—, pero qué atrevida eres, yo jamás me atrevería a hacer algo así.... Pero qué bueno que lo estás haciendo, te ves fantástica...

—Y sobre todo, qué bien que nos invitaste, eso es de verdaderos amigos —agregó Beto.

—Ehh, sí, ¿verdad? —dije recordando que Carlos había hecho parecer, usando mi teléfono, que era yo quien los invitaba a verme trabajar en el stand—. Y, esteee, ¿les ha gustado? —dije pensando que era una tontería preguntar eso.

Ambos dijeron que les encantaba estar ahí y que gustosos harían lo que Carlos les había pedido para colaborar con mi trabajo como demostradora de los productos de Fetish. Yo, dudosa de lo que eso significaba les dije "Mmh, sí, muchas gracias", siendo consciente de lo extraña de la situación, conmigo en poco menos que ropa interior, en público, atada de manos, hablando con mis amigos.

—Bueno —dijo Carlos tomando la cadena que colgaba de mi cuello—, me tengo que llevar a esta Cosita a que se cambie de ropa para que se la puedan llevar a comer...

—Sí, nos vemos aquí —respondieron mis amigos con una gran sonrisa...

Me alejé de ellos pensando si no considerarían que yo estaba ahí, atada y semidesnuda, contra mi voluntad, pero no; para ellos debía ser obvio que yo estaba aquí, haciendo todo esto, por mi gusto. Sí, era cierto que al principio yo me había ofrecido a ayudar como demostradora, pero tras dos o tres días todo se había salido de control, de mi control, y ahora Carlos usaba las grabaciones que me había hecho para chantajearme con enviárselo todo a mis papás y contactos si no le seguía el juego.

Sumisa en mi trabajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora