Parte 1 De asistente a demostradora en lencería

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Llevo un mes trabajando en la agencia de publicidad. El servicio social durará seis meses y luego quizá me contraten, si creen que soy lo suficientemente buena. La verdad es que me gusta mucho el trabajo, por eso me esfuerzo y además me tratan tan bien que siempre estoy dispuesta a colaborar en todo lo que me pidan. Aunque estoy al servicio de todos los que necesiten ayuda en la oficina, de quien dependo directamente es Eduardo, el gerente del área de eventos de grandes superficies. Él es un hombre mayor (creo que tiene más de 40 años pero la verdad se ve muy bien).

Hoy fue un día raro en la oficina, había un ambiente muy tenso y desde mi escritorio vi a mi jefe discutir con alguien por teléfono. Se veía muy enojado. Después de un rato me llamó a su oficina y me contó por qué estaba tan molesto. Me dijo que estábamos comprometidos con una de nuestras principales marcas que representamos para ayudarles con la promoción de sus productos en la expo que iniciaba mañana, pero que a última hora la agencia de edecanes avisó que no tenía personal disponible, lo que nos causaba un problema mayúsculo por las prisas. Me explicó el problema y que sabía que no era mi deber, pero sería una excelente aportación a la agencia si yo asistía a la expo y me ponía a disposición de los encargados de la marca de ropa para exhibir sus productos. Que no estaba obligada, que podía decir que no, pero que ojalá aceptara, porque tengo la edad y la complexión que la marca de ropa deseaba para sus productos. Me dijo que él podía intentar contratar a alguien de afuera, pero que prefería preguntarme a mí primero. Eduardo lo pidió de tal manera que sin averiguar más le dije que sí, que por supuesto contaran conmigo y que haría lo que me pidieran. Me lo agradeció mucho y me dio la dirección, hora y datos del encargado del stand donde me debía reportar.

Debo confesar que otras veces había fantaseado con la idea de ser edecán, y aunque deseaba seguir mi profesión en el área de Comunicación, la verdad me atraía la idea de alguna vez desempeñarme como edecán, una chica joven y esbelta en plena exposición vistiendo falditas o mallas entalladas. Le pregunté a Eduardo que cómo debía ir arreglada, pero me dijo que sí me arreglara, pero que no me preocupara por la ropa, que los del stand me darían ahí los productos. No te preocupes, sólo tienes que ser la niña obediente que eres aquí. Mientras hagas todo lo que te digan, no habrá ningún problema.

Al día siguiente me presenté en la expo a primera hora y busqué el stand; se trataba de una marca que tenía varias líneas de ropa para dama, pero el stand sólo estaba representando la línea de lencería y ropa interior sexy. Había dos encargados, dos hombres como de 22 y 27 años. Me recibieron con una gran sonrisa y me dijeron que qué bueno que yo los ayudaría, que ya mi jefe les había dicho que yo era la "voluntaria" y que tenía instrucciones de hacer lo que ellos me indicaran. Por un momento pensé que tal vez me pondrían a atender clientes, que los ayudaría a vender, pero no: me indicaron una pequeña mampara en un rincón y me dieron un conjunto minúsculo, súper atrevido de top y bottom... entendí cuál sería mi función. Tendría que modelar la ropa interior sexy de esa marca.

Me dieron indicaciones de que me lo pusiera y saliera; también que encontraría varios pares de zapatos para combinar. Me dio una pena tremenda, pero no quise empezar a poner peros y sólo dije, como era mi costumbre "Sí, señor" y fui a cambiarme. S trataba de un bra rosa que se ajustaba como guante a mis pechos realzándolos, y unas pantys a juego que cubrían apenas mi pubis (depilado) y exponían buena parte de mis nalgas... afuera ya se oía el ruido del público que aumentaba, me puse unas zapatillas que hacían juego (había unos seis pares, todos con el tacón altísimo) y dando un suspiro de resignación, salí de la mampara para ser exhibida, cosa que muy adentro de mí me excitaba... Los dos, Carlos (el mayor) y Enrique (el más joven) me miraron de tal forma que me sentí aun más cohibida. Fuera de este contexto no me hubiera mostrado así ante ningún hombre a menos que fuera mi novio. Y de repente, dos extraños me examinaban y aprobaban con su mirada excitada. Me dijeron que estaba guapísima... Sin duda luzco muy muy sexy, tengo un cuerpo envidiable, pero no soy la típica edecán, creo.

Sumisa en mi trabajoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora