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Solía tener un amigo, alguien que me escuchaba siempre, alguien con quién podía ser yo misma. Ese amigo se esfumó, como todos.

Así que me quedé sola en medio de la nada con un vacío en mi corazón.

¿Por qué se van? Me he preguntado tantas noches que incluso la pregunta ha comenzado a hartarme.

¿Por qué no puedo mantenerlos conmigo? ¿A caso soy alguien mala?

Me he encontrado en el resultado de miles de lágrimas contenidas y un corazón quebrado por tantas veces que fue pisoteado, aún así seguí adelante como si fuese nada.

Pero el resultado fue peor, las lágrimas contenidas se volvieron un río feroz que amenazaba con desbordarse junto a mi ira, deje de ser lo que era.

Morir, como quisiera morir. Renacer y volver a vivir hasta que las lágrimas desaparecieran. Hasta que mi alma deambule en una paz inimaginable. Hasta que mi soledad sea un regalo y no un suplicio. Cuando mi llanto cese y mis gritos paren. Dejar mi cuerpo atras, mis lágrimas, mi pesar.

Tal vez no nací para vivir, tal vez vine aquí para demostrar lo que es el dolor.

En largas noches de desvelo me he preguntado, ¿Qué se sentirá no estar quebrada? ¿Que será ese sentimiento de una infinita alegría?

Cuando subes muy alto, el golpe de la caída es más duro, cada vez será más fuerte y cada vez más doloroso.

Si pudiera irme, lo haría, me iría para siempre, quisiera irme y nunca volver a mi suplicio.

El dolor es mi amigo, la soledad mi compañera y la paz mi sueño. Tal vez debería dormir y hacer que se hiciera realidad.

Anhelo el día que me pueda marchar y lo esperaré como se espera a un viejo amigo.

Lo que le cuento a la luna Donde viven las historias. Descúbrelo ahora