Meet.CLK
—No, ya te dije que Chris era el sacerdote.
—¿Seguro? No lo parece.
—He dicho mil veces que aunque sea mal hablado es un devoto de Alberto.
—Entonces, ¿Jeb qué era?
—Él organiza la parte de los cantos.
Tal vez te preguntes, ¿pero qué hacéis? Bueno, solamente hablar un poco sobre un conocido que tiene su propia iglesia. Si os preguntáis quien es la otra persona es K, básicamente mi mejor amigo, aunque Carriere tampoco anda lejos de serlo. De cualquier forma, nos aburríamos y decidimos dar un paseo por ahí.
—¿Vamos a algún lugar en específico?
—Tenía pensado pasar por el bar de siempre, generalmente se puede conseguir algo que hacer.
—La verdad es que ese bar es demasiado raro.
—Soy de los clientes más habituales, ¿qué esperabas?
—Tú no eres raro, eres anormal.
—Fuiste a hablar samurai campero.
—Me lo va a decir el esqueleto con doble personalidad.
Hey, esa segunda personalidad soy yo.
Tú calla. Y aunque nos véis así solo nos picamos, no es que nos llevemos mal. Avancemos al bar.
Abrimos la puerta de madera y entramos a aquel lugar tan peculiar, parecía el de cualquier barrio chungo de una película.
—¡Gilipollas!
—¡Chúpamela, listillo!
Me olvidaba, siempre hay dos que se emborrachan y se pelean, irónicamente son muy buenos amigos, pero borrachos se tienen quitado un par de dientes.
—Nunca me acostumbraré a esos dos, dan ganas de quitarles la botella de cerveza y rompérsela en la cabeza.
—Vaya, vaya, chocolate blanco, has traído a tu amigo.— ese era mi apodo por lo de parecer albino y comer solo chocolate. Él era Ramirez, Pedro Ramirez, el dueño del bar, una persona que conozco casi desde que tuve que darle una prótesis para su brazo tras perderlo en un accidente.— ¿Queréis tomar algo o solo venís por aventura?
—Yo vengo a reclamar ese brazo, que tiene fecha de caducidad como la comida que vendes.
—¡Claro! ¡Y caducado también está su cerebro!— soltó una gran carcajada. Ya tenía unos años, pero seguía teniendo vitalidad.
Solía vestirse con un chaleco marrón y una camiseta negra junto con unos pantalones vaqueros azules, un atuendo no muy raro. Tenía un colgante con una cruz, un anillo de matrimonio, unas gafas para ver de cerca (que solía tener guardadas) y era muy habitual verle limpiando las jarras en la barra. Era ya algo canoso y tenía una barba descuidada, le daba un toque de tabernero. No he mencionado sus zapatos porque casi nunca los llevaba, algo curioso en él.
—Hablando en serio, me gustaría tomar un vaso de agua.
—A mí dame lo de siempre, mientras tanto, ¿has oído alguna cosa interesante?
—Marchando, quirimboles— así llamaba a todos, ni idea de dónde lo sacó—. Y sí, tengo algo interesante para vosotros.
—No sé cómo pueden ocurrir tantas cosas por aquí.
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.CLK
FantasyÉrase una vez... Yo qué sé, ¿Cómo lo comienzo? Es decir, tengo más de 500 años, no te puedo contar toda mi vida. Si te apetece te puedo enseñar momentos puntuales, podrás ver como conozco a un gran amigo, alguna pelea, comedia innecesaria por todas...