4.

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Despertó.

O eso creía haber hecho. Después de todo, Siempre confundió la arena cálida del desierto, con el vil infierno pudriendo su alma poco a poco.
¿O acaso ambos sitios eran lo mismo?
Desgraciadamente no pudo seguir escarbando su laguna imaginaria ya que alguien entro a ver su estado y justo ahora estaba frente a el, limpiando con un paño algo frío sus labios.
Ni siquiera escuchó sus pasos, o era alguien muy sigiloso o verdaderamente nadaba en el vacío.

Las facciones empezaron a revivirle con la gentil caricia, lo cual le trajo una nueva pregunta.
¿Cuánto tiempo durmió? Lo sintió minutos, pero no podría saberlo por cuenta propia, Aunque en realidad el tiempo era bastante relativo bajo aquellas carpas viejas.

—¿Despertaste ya? Nos diste un susto de muerte... Aunque creí que el muerto eras tú.— Su paseo mental nuevamente fue interrumpido, aquélla voz tan lejana lo jalo sin tacto de regreso a la arena caliente, parecía que la gente ya no sabía respetar los colapsos ajenos. —¿Me estás escuchando? No bromees así, que voy a ponerme a llorar.

Luego de minutos de un tortuoso silencio, popee (creía recordar que se llamaba así, no lo sabía bien, seguía aturdido.) Se levantó de golpe, ganándose un golpe  poco gentil en el pecho. —¡Eso dolió, mierda!— Y no mentía, le ardió como nunca había sufrido en su vida, y era mucho decir tomando en cuenta la rutina que hacía para llevar sus actos al escenario ¿No tendría que estar acostumbrado ya?

Su acompañante solo renegó y le puso el paño frío en la cara, haciéndolo callarse.— Lo siento, pero debes descansar, no actúes como si estuvieras bien. Estás hecho papilla, más de lo normal.— Ambos se quedaron viendo un rato (o fingiendo hacerlo ya que uno tenía la cara totalmente cubierta y en realidad la cabeza le apuntaba a la escoba del cuarto.)
A popee le costó identificar a quien estaba ahí con el en un inicio, pero era simplemente tan odioso que su nombre le golpeó violentamente la cabeza, no fue muy agradable saborear ese nombre antes que un vaso de agua.

—Asi te dejare a ti si no paras de decir tanta basura, estúpida rana.— Estaba cansado, y está vez dormir no le ayudaría, así que escuchar aquel ridículo canturreo le estaba colmando la paciencia más rápido de lo normal.

Por su parte el otro sonrió, su respuesta fue aplastar más el paño contra su cara, obligándolo a agitarse por la falta de aire y la incomodidad que le causaba un paño húmedo chocando con su respiración, ya tenía suficiente con la brisa ardiente de la tarde, sin duda Frog no era el apropiado para cuidar de un enfermo, ya luego se las pagaría de alguna forma.

—¡Quítame la mierda está ya!— Eran un mal dúo, pero se divertían de alguna forma, olvidando por un momento la insistente comezón en el interior del blondo, hasta que no pudo aguantarlo más y las risas se transformaron en ahogados sollozos, le estaba doliendo mucho y no podía respirar.
Cuando su compañero notó esto, retiro el paño ahora ya bañado de una extraña mezcla de sangre y algunos pétalos violetas, no reconocía que flor era aquella, pero se sintió tan abrumado, había olvidado la situación en la que estaban.

—¿¡Que mierda!? ¡Ni siquiera está aquí?— Casi temblando lanzo lejos aquella mancha enorme y se centro en aquel, el cual solo golpeaba su pecho de forma insistente tratando de parar por cuenta propia aquél sufrimiento.

¿Cuánto tiempo había pasado desde que el primer pétalo salió? No lo recordaba, no era mucho según él, pero el sentía como si el rosal más divino y protegido hubiera crecido dentro de el, dándole alojó a las espinas en cada sitio posible.
¿Que era eso? No lo sabía, no quería saberlo, no quería pensar que el amor era la mierda más jodidamente dolorosa del mundo, la causa de su deseo de vomitar su propia garganta ahí mismo, y no lo hizo, pero si salieron más pétalos y sangre.

Hanahaki [¿Popkeda?]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora