Aviso: los siguientes capítulos se podrían considerar semi-canonicos y a la vez canonicos, ya que estuvieron contemplados en un primer momento pero terminaron descartados por lo tanto se deja a libre interpretación del lector tomar el final que sienta fue el verdadero.
[...]
Allí estaba el...como fue que llego a ese estado tan deplorable? Había tocado fondo de verdad? Existía una posibilidad mínima de salir de allí?
Se hacía todas estas preguntas mientras miraba a la nada, perdido en el océano que había en su mente sin embargo su concentración fue rota cuando comenzó a escuchar una voz a lo lejos que lo llamaba, en su momento aquella voz parecía ser placentera pero ahora parecía una queja incesante, el chillido más estrepitoso y desagradable, aquel paisaje que se había encargado de pintar era destruido una vez más.
Hace una semana que estaba encerrado en su domicilio por la sentencia, más parecía un infierno inagotable, sus padres no querían nada de el, su hermana estaba en su propio mundo
Ahora estaba solo. De alguna forma el busco darse esa conclusión, ahora debía pagar por sus pecados en esa casa.- Camus! Camus! *Lo sacude* te estoy hablando maldita sea!
-... Que haces...aquí?
- esto no es verdad...*suspira* estoy cansado de esto, *mueve objetos* además todo esto está desordenado
- que haces aquí? Y... Porque estás en este cuarto, no le agradas a Milo... Se enojara y...
- pero que?! Para empezar vivo en esta casa desde hace una semana y ni siquiera entiendo que tiene que ver ese bastardo en esta conversación!
- tu no vives aquí... Yo vivo con Mi esposo
- *suspiro* esto se acabó, esto se acabó no puedo tolerarlo más *da vueltas en su lugar* hago todo bien, me preocupo por tu salud y tu bienestar, pero no puedo más *se quiebra su voz* hablar contigo es lo mismo que hablar con el aire o con nada *se va*... Espero que disfrutes de tu nuevo calvario Camus porque está vez no te acompañaré a el.
-... Se supone que... Hoy devia presentar su cuadro al museo... *Aún llegaré a tiempo* *sale del cuarto y camina a la sala*
- Mi señor, desea que ya le prepare algo para comer.
- No disculpe voy a salir
- pero tengo entendido que no puede
- ... Gracias por su preocupación pero no estoy enfermo
- ah discúlpeme pero tengo órdenes estrictas de no dejarlo sali-
El miedo se dibujo en su rostro cuando aprecio que aquella persona que parecía ser la más cuerda y madura que había conocido le apuntaba con un arma de fuego, esto era real?.
Con voz profunda reafirmó sus palabras "gracias por su preocupación, pero llevo algo de prisa en este momento así que... Le pido amablemente, apartase".
No hubieron más objeciones, de forma lenta y temerosa se alejo de Camus, veía como sus facciones se relajaban mientras bajaba el arma con la cual antes le apuntaba, tiro del picaporte y dejo la casa... Una vez que se fue la empleada se desmayo sobre el tapete con la respiración aún agitada tomo fuerzas de dónde pudo y marco en el teléfono el número de la policía, claro está idea no había sido la primera que tuvo, pensó un instante que fue mala idea y que debió mejor llamado a alguien de su familia pero está situación era diferente, tenía un arma, además en ese estado seguro habría disparado a quien se le cruzará, pensó para si misma "pero que situación más complicada, que el señor lo proteja, señor Camus".
[...]
No existe un solo día en el que los medios ni los investigadores expliquen el porque una persona pudo evadir al escuadrón completo de la policía, tal vez suerte? O tal vez eran muy lentos? No... La trastornada mente Camus ya había trazado un plan, un juego de astucia del cual salió victorioso de alguna forma.