El resto de sus vidas
Desde el día en que todo inició, la tierra había estado a punto de acabar más de una vez. Es un fenómeno que resulta prácticamente natural. Y después de cada uno de estos momentos, se daba paso a cambios dentro del planeta y sus habitantes.
Ya habían pasado un par de meses desde el Casi Armagedón y de los respectivos juicios que ciertos seres celestiales con forma de hombres tuvieron que enfrentar. Las cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Azirafel y Crowley podían regresar a la misma rutina que durante los pasados seis mil y once años habían llevado y funcionaba como un reloj suizo dentro del plan inefable.
Excepto que todo eso era una gran mentira.
Las cosas entre el ángel y el demonio no eran las mismas. Se transformaron en el momento en que, en el autobús de Tadfield a Londres, Azirafel tomó la mano de Crowley y comenzó a acariciarlo con suavidad.Crowley tuvo que poner todo su esfuerzo para no descorporizarse allí mismo.
No es que nunca antes se hubieran tocado. Eso había pasado algunas cuantas veces durante sus miles de años en la tierra. Sin embargo, aquellos habían sido toques accidentales, o platónicos, propios de quienes han sido amigos por un largo tiempo.
Pero esto era diferente. Crowley podía sentir el amor que provenía de ese gesto. Él, que no debía sentir amor, era capaz de entender todo lo que él ángel le expresaba sin palabras.
Aquella noche, ambos durmieron*en el apartamento de Crowley, aún sin soltarse de las manos. El escenario se repitió la noche siguiente, y una vez más la noche después.
Al cuarto anochecer, además de cambiar el apartamento por la librería de Azirafel, también se abrazaron. Les hizo recordar sus primeros días en el cielo, pacifico y rodeado de confianza. Dormir sobre el pecho del Ángel era como acostarse sobre nubes. Crowley quería llorar de felicidad.
Así que Azirafel y Crowley seguían su misma rutina de siempre; excepto que ahora dormían juntos por las noches y se acariciaban mutuamente. Pasaban media semana en la librería y la otra en el departamento. Si eso era estar en su propio lado, realmente era lo mejor.
Faltaba un sólo detalle para que todo fuera perfecto, Crowley sabía cual era, pero no estaba seguro de cómo sacar el tema. No importaba, en algún momento encontraría la manera de decírselo.
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Sucedió una noche estaban cenando en el Ritz. Tomaban champaña y tenían las manos entrelazadas. Crowley sintió que era el momento perfecto y decidió ser valiente.
—Ángel, hay algo que he querido decirte.
Azirafel notó un leve temblor en la voz, pero no lo comentó. Sabía que Crowley necesitaba ir a su propio ritmo.
—Claro Querido. Habla.
Crowley se quitó los lentes de sol. Por lo general, no los usaba si no estaba en público; pero a veces no podía soportar la dulce y honesta mirada de Azirafel sobre él. Lo hacía sentir como avergonzado de haber caído. No se merecía el cielo y tampoco el afecto de su mejor ángel.
Pero quería serlo, se esforzaba por ser digno de Azirafel. Así que lo miró a los ojos y se topó con que estaban llenos del más puro amor.
—Estaba pensando ¿No es un poco raro que nos estemos moviendo de un lugar a otro todo el tiempo? Tsk, quiero decir que sería bueno tener tus plantas y mis libros en una sola de nuestras casas. O no sé, ¿Qué piensas?
El ángel dejó que el tenedor que estaba por llevarse a la boca cayera. Llevaba un par de silos sin sentirse así de sorprendido. ¿El demonio estaba hablando en serio?
—Crowley... ¿Estás pidiendo que nos vayamos a vivir juntos?
El demonio tuvo ganas de, literalmente, prenderse en fuego por la vergüenza.
—Si, eso es lo que quiero. Encontré una cabaña en el campo al sur de Londres. Es pequeña y necesita un poco de trabajo—guiñó uno de sus serpentinos ojos, saliendo qué trabajo se refería a solo un par de chasquidos—pero creo que es perfecta para nosotros. ¿Te gustaría?
Si hubiera sido un poco menos prudente, Azirafel hubiera sacado sus alas, tomado a Crowley en sus brazos y volado hasta que Londres se convirtiera en solo unos puntitos de luz. Así de contento estaba, pero no podía exponerse si estaban rodeados de tantos humanos.
Lo único que hizo fue inclinarse hacia adelante, hasta que sus labios quedaron a milímetros de los de Crowley.
—Nada me gustaría más que vivir contigo, querido mío.
Y juntó sus labios en un beso que había sido esperado por seis mil años. El inicio del resto de sus vidas parecía prometedor.
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¡Hola!
Este es el primer día del flufftober y se los quise dedicar a ellos <3 los prompts eran Caricias/Mudándose juntos/Contacto visual.
No confío mucho en mi primer trabajo de una ship, pero creo que no quedó tan mal
Muchas gracias por leer~
Ciao!
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El resto de sus vidas
FanfictionLas cosas parecían haber vuelto a la normalidad. Azirafel y Crowley podían regresar a la misma rutina que durante los pasados seis mil y once años habían llevado y funcionaba como un reloj suizo dentro del plan inefable. Excepto que todo eso era una...