Desde que tengo uso de razón Daisy estuvo a mi lado. Ella vivía en casa de mi tía y nos veíamos casi a diario, jugábamos, nos peinábamos y dormíamos juntas. Tuvimos mucha suerte cuando mi familia y yo nos mudamos al edificio de enfrente, desde nuestras habitaciones nos comunicábamos a través de notas pegadas a las ventanas. Era mi mejor amiga.
Los años pasaron y me alejé. Poco a poco, fue cambiando mi vida, transformándome en una adolescente preocupada solo de mi misma. Pero ella seguía escribiéndome desde su habitación a diario. Rara vez yo la contestaba.
En la actualidad, sigo teniendo que lidiar con una nota de Daisy en la ventana cada noche, y al igual que yo fui cambiando, sus mensajes también lo hicieron, dejaron de ser divertidos hace ya muchos años para ser espeluznantes amenazas.
Se ha convertido en una pesadilla tal, que tuve que hablar con mi tía, quien hizo caso omiso cuando la rogué que por favor tirase esa muñeca.