C1. Soliloquio del pánico de una virgen anhelante.
Amity observó su figura en el espejo.
La falda blanca plisada acentuaba su figura y el crop top durazno asomaba su vientre en momentos clave, la gema rosada que lo adornaba atraía la atención justo al centro de su pecho, su cabello cobrizo suelto caía en cascadas sobre sus elegantes hombros, y las puntas aguamarina resaltaban sobre el borde de su falda las manos delicadas lucían una nueva capa de esmalte, el maquillaje estaba aplicado a la perfección, la leve capa de perfume dejaría recuerdo de sus pasos y los inmaculados tenis blancos le daban la comodidad que necesitaría.
Todo estaba en su lugar.
Su atuendo era perfecto, lo suficiente para levantar un suspiro sin incomodarla en lo más mínimo.
Suspiró.
Estaba nerviosa.
Y era natural.
Luz y ella tendrían en unos minutos su medioversario.
Sonrió al recordarlo.
Luz había dicho que quería hacer algo especial para ellas y que esperar seis meses más le parecía innecesario.
Así que hoy, en unos minutos, seis meses después del confuso y... Y oh tan añorado suceso, Luz tenía preparada una sorpresa para las dos.
Y Amity estaba decidida.
Las mejillas se le inundaron de carmesí.
Hoy sería el día.
El tinte recorrió hasta las puntas de sus orejas.
Hoy sería el día en que...
El rojo bajaba por su cuello perdiéndose en su en el durazno de su blusa.
― ¡AGH! ― Gritó. ― ¡No puedo! ¡¿Por qué no puedo?! Si estuve tan cerca...
Se sentó sobre la cama y se recostó con las piernas colgando del costado.
Amity recordaba el suceso vívidamente.
Muy vívidamente.
Los suaves suspiros.
Su cálido aliento.
Cada palabra.
Cada caricia.
Su mano se cerró fuertemente sobre la tela del cubrecama.
Suspiró largamente.
Recordaba con ardorosa claridad.
'No... Por favor, no pares.'
Para después sentir sus dulces labios presionándose contra los suyos por primera vez, recorriéndola de pies a cabeza en un chispazo de Luz, siendo todo lo que siempre soñó y más.
La respiración se le entrecortó.
'¿Ansiosa, Luz?'
Su vientre se tensó.
'Bastante.'
El cálido susurro contra sus labios la derrumbó sin retorno.
Y el segundo tacto de sus labios, tórrido y casi violento, bien podría haberla dejado 6 metros bajo tierra.
Cerró los ojos con fuerza, viendo sus recuerdos como una película.
Podía sentir el calor.
Recordar la calidez de otro cuerpo contra el suyo.
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Chocolate Irlandés
RomanceS E C U E L A D E "Tequila y Marfil". Pasados seis meses del estruendoso incidente que finalmente las unió, Amity quiere, no, anhela, volverse a sentir los ecos que aquel día se dejaron sobre su piel, pero siempre parece haber algo que lo impide...