Jimin solo quería hacerle un chequeo a su pequeña erizo, no enamorarse del nuevo médico veterinario que atendería a su mascota durante unos días.
- Parece que nos veremos seguido bonito, soy Jungkook - le guiñó.
- ¿Qué de qué? Te acabo de decir que me gustas no seas idiota - el rubio suspiró frustrado, el mayor no parecía entenderle de ninguna forma desde hace un rato y ahora que había sido directo ¿simplemente le decía eso?
"-Me gusta Doctor Jeon, desde hace un tiempo -"
La verdad es que Jungkook estaba sorprendido ante lo que había escuchado, ahora lo notaba, los pequeños detalles, las sonrisas coquetas, las citas inusuales con la excusa de su erizo, siempre había aceptado y respondido de buena manera a cada acto, pero se sentía estúpido por pensar que solo era amabilidad.
Era correspondido, Jimin le quería como él lo hacía.
- ¿Te vas a quedar en silencio todo el rato? - le preguntó - no estoy buscando que me diga que si, solo.. quería decirlo y ya - aún en su mano patulina miraba al mayor con curiosidad y hasta podía sentirse regañado.
¿El erizo estaba molesto con él?
Jungkook movió su cabeza intentando evitar aquel pensamiento para posar su vista en el menor.
- Jimin, también me gustas -
El mencionado que observaba su pequeño pastel en la mesa alzó la vista y rió ante lo escuchado.
- Ya lo sé, el doctor Kim me lo dijo - respondió burlón
- ¿Taehyung? - la vergüenza se apoderó de él y luego solo rió -
- Creo que sí -
El silencio durante unos minutos invadió su espacio, ambos comían tranquilamente sin pronunciar ni una sola palabra hasta que la pequeña mascota en la mesa camino mordiendo suavemente el dedo del médico jalándolo mientras éste le miraba y cuando dejó su mano en el medio de la mesa hizo lo mismo con la mano libre de Jimin, logrando que ambos se miraran y rieran.
- Si que es bastante inteligente -
- Solo cuando le conviene, está buscando que seas su veterinario personal - rió
- ¿Eso quieres? - preguntó mirando al animal quién parecía no entenderle
El menor le observaba con ternura y tensó su cuerpo al sentir como la mano del castaño tomaba la suya entrelazando sus dedos aún sobre la mesa, sintió sus mejillas arder y cuando volteó a verlo éste habló:
- Sal conmigo Jimin, sé mí novio -
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