Miré con atención los pocos botones que traía la moto y sentí un peso detrás mía, Vincce se había montado; mi felicidad aumentaba por momentos.
- A ver Annais...¿Alguna vez has montado una de estas? -me giré para mirarlo y el alzó una ceja.
- Mm...-pensé que no debería quedar mal pero sí le decía que sí y luego descubría que no tenía ni la más remota idea quedaría aun peor.- no, nunca, soy horrible en cosas acústicas.
- Bien entonces empezaremos por lo más básico. Pulsa el botón azul que está a tu derecha -me lo señaló con el dedo y yo lo pulsé. Inmediatamente el motor empezó a rugir debajo nuestra.- Ahora coge el manillar y muy despacio giras el derecho hacia ti.
Hice lo que me pidió pero los nervios me jugaron una mala pasada, por lo que mi profesor y yo acabamos en el agua en una estrepitosa caída que me hizo tragar agua. Empecé a toser y me agarre el estomago retorciendome hacia delante mientras intentaba recobrar el aire.- ¡Annais! ¿Estás bien? -Vincce puso una mano en mi espalda y dio leves golpes.
- Sí sí tranquilo... Ya puedo respirar -le mostré una sonrisa y puse los pulgares hacia arriba indicando que ya estaba lista de nuevo.
Según pasaban los minutos se me iba dando mejor manejarla; Vincce daba ordenes precisas y me corregía cuando era necesario. Me encantaba cuando me rozaba la mano cada vez que cogía los mandos, no era exagerado, era algo sutil casi no se notaba pero a mi me hacían sonreír como una adolescente con las hormonas revolucionadas.-¡Muy bien Annais! ¡Pareces toda una experta! -me gire en el asiento de la moto y chocamos las palmas.
- Gracias pero sin un profesor tan bueno, no sabría ni subirme -reí y le golpeé en el hombro levemente con mi puño cerrado. Nos quedamos mirándonos unos instantes en los que tan solo sonreíamos.
- ¡Anni! -acaban de joderme el momento.- ¡Vamos cariño es tarde!
-Ya voy pesada. -suspiré llevándome una mano a la frente y vi como Vincce se bajaba y acto seguido me ayudó a mi. Ambos nos dirigimos a la orilla donde mi madre esperaba tan inquieta como siempre.
- ¡Hija pero que chico mas guapo! -se acercó a él y le dio dos besos a lo que mi pobre profesor se quedo quieto un poco sorprendido por lo que pude observar. - ¿Por qué no lo invitas a que venga a la cena benéfica que organizan los amigos de tu padre? -abrí los ojos como platos.
- Mamá no creo que Vincce le apetezca...
- Al contrario, me encantaría. ¿A qué hora tengo que estar listo? -¿por qué este dios griego tenia que abrir la boca? Con lo guapo que estaba callado.
- A las 8 en la entrada del hotel, adiós - se despidió de el con la mano y me cogió del brazo tirando de mi en peso muerto mientras yo intentaba no perder la dignidad y despedirme de mi pequeño amor, con cordura.Helena me estuvo calentando la cabeza toda la tarde contándome todo lo que había hecho en el día con Andrew y sinceramente no le presté nada de atención porque estaba sumergida en los peores pensamientos que una persona puede tener como por ejemplo que me saliera un grano esta noche y Vincce pensara que era fea o que el pelo se me hinchara y pareciera un león humano. Ya se que pasaréis que tenía los pensamientos mas tontos del mundo pero no podía evitarlo.
Miré el reloj y decidí empezar a arreglarme ya que conociéndome sabia que tardaría mucho y acabaría llegando tarde, como siempre.Después de un largo rato entre burbujas de olor a coco, salí del baño y comencé a untarme en mis miles de cremas.
Veía como Helena corría de un lado para otro gritando cosas que ni ella misma entendía.
Los minutos pasaban y yo cada vez estaba más nerviosa; llevaba un rato sentada en la cama mirando hacia el armario y seguía sin saber que ponerme, suspiré, jamás sabría que ponerme, Vincce pasaría de mi, no nos casaríamos y no tendríamos hijos nunca.
Me monté una película que ni Steven Spielberg la superaba.Al final después de mucho calentarme la cabeza me decanté por un vestido rojo que tenía pedrería en el pequeño escote redondo que llevaba; se ajustaba hasta mi cintura y desde ahí caía con un leve vuelo que me llevaba hasta el muslo. No tenía mangas pero no creí que fuese a ser un inconveniente. Me coloqué unos tacones negros que se enganchaban a mi tobillo con una pequeña tira y que dejaban gran parte del pie al descubierto.
Me puse mis pendientes favoritos que me los regaló mi tía el año pasado y cogí un bolso rígido negro de mano.
Observé a mi querida acompañante de habitación que seguía en toalla; la dejaría allí mismo si no estaba a tiempo.
Ya una vez en el cuarto de baño me maquillé, me puse mis labios rojo carmín y me eché dos gotitas de mi colonia favorita el cuello.Estaba dejando listas la ultimas cosas y esperando a que se me secara el esmalte de uñas cuando mi móvil sonó.
- Dime mamá.
- Cariño, en dos minutos te quiero en el hall si no estas nos iremos sin ti.
- Esta bien -puse los ojos en blanco y me dispuse a colgar pero mi madre me chilló de nuevo.
- ¡Hija!
- ¡Que! ¡Déjame acabar y podré bajar a tiempo! -me hacia perder los nervios en menos de un minuto, impresionante.
- Se me olvidaba decirte que Vincce ya está aquí. -colgó.Me quise tirar de el pelo pero recordé que lo llevaba rizado y se me pasó. Corrí por la habitación y salí a toda prisa. Lo de correr por todo el hotel ya se me empezaba a hacer costumbre y se ve que al personal que trabajaba en él también ya que me saludaban a mi paso y me daban ánimos, que majos todos.
- ¡llegué! -grité soltando el poco aire que quedaba en mis pulmones.
- Vaya Annais, estas preciosa -quise morir en cuanto oí su voz; seguro que yo había llegado sofocada, con la cara hecha un estropicio y el pelo revuelto.
- Gracias Vincce, tu también estas genial, no te podía imaginar en traje -le sonreí y lo mire de arriba abajo escaneándolo a la perfección.
Llevaba una camisa del color de sus ojos y unos pantalones de traje grises que se le ceñían perfectamente al cuerpo, quise babear pero ni podía de lo impresionada que estaba.
Charlamos unos minutos hasta que mi madre empezó a dar ordenes y a señalar los diferentes Mercedes que nos esperaban en la entrada del hotel.
Me monté en medio, con el que podría ser el amor de mi vida a un lado y con mi primo al otro, no se por que otorgue un mal comienzo a la noche. Helena iba delante dandole indicaciones al chofer y como no, con el móvil en la mano.- Esto esta lleno de pijos y ricachones. -me susurró Vincce en cuanto nos bajamos del coche.
- Es por eso que no me gustan estas reuniones o lo que quiera que sean de mi padre. -mi amado me ofreció el brazo y lo enganché con gusto. Nos pasaron a unas grandes mesas redondas con manteles bordados a mano, que encima traían las mas exquisitas cuverterias, cosa a la que yo no le di importancia pero mi familia si.
Nos sirvieron vino rosado y algunos canapés.- Perdone señorita ¿qué va a tomar de primer plato? -un camarero había tocado mi hombro haciendo que yo me girase.
- Pues quiero un...-me quedé a medias, no pude terminar; era el chico raro de la otra vez, el camarero borde que en esos momentos me sonreía lascivo.
- Tú no deberías estar aquí. -Vincce interrumpió soltando esa frase que hizo que me quedara aun más helada. ¿Ellos se conocían?
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Entre sueños
RomanceTodo cambia en el momento que Annais pisa la isla a la que va por su dieciocho cumpleaños. No puede fiarse de nadie. Algo extraño está sucediendo y ella no sabe que puede ser. ¿Alguien podrá darle respuestas? Su familia sabe más que algunos pero m...