Consulta #1

2 0 0
                                    


Y no podría explicarlo mejor, con palabras, porque el corazón no cuenta sus cosas mediante una voz que se materialice con el aire, ya lo venía haciendo con pequeños gestos, los de confianza, los más dulces y llevaderos que te hacían sentir como en casa: frente a la estufa, con un chocolate caliente entre las manos y mirando ese fuego arder, bailar, solo... para ti.

Será por eso que lo llaman sorpresa, porque no te lo esperas y aun cuando llega te cuesta creer que puedes explicarlo, se hace hasta raro, pero yo... yo sólo lo sentí. Y me llevó a los segundos más tiernos que arrasaron con lo que alguna vez he llamado vida, y me hizo pensar, en más de una cosa a la vez y descubrir otra vez, el metal del cual estoy hecho.

Me confronta, me complementa, me hace reír y hasta preocuparme, sin ninguna explicación... a qué osadía dedicará esas horas que me deja, recogiendo los retazos de su huracanado paso por mis días, tan efímero como la última gota de rocío sobre aquella flor amarilla que un día, le regalase a un hombre de piedra, tan sublime como las tonterías que nos solemos contar...

Yo le llamo muerte, ella le llama vida; y hoy vivimos en ese sin saber de quién de los dos tendrá la razón, pero yo creo que no importa: es mágico, fluye sin necesidad de forzarlo y logra arrugar las mejillas, ahí muy cerca de los labios sin que nos demos cuenta.

¿Estará preparado el mundo para eso?... Quien sabe... Pero mientras más corto se hacen los ratos, más me encargo de hacer que valgan la pena, al final, es el regalo que realmente me importa hacerle.

Y cómo decirle estas cosas de algún modo fuera de ese estúpido cliché tan impropio de ella, cómo explicarle que en diez segundos me transmite la seguridad de todos mis pensamientos y abre los cajones de mis recuerdos para adueñarse de ellos, con esa picardía que observo al mirar de reojo y me hago pasar por tonto, porque simplemente me siento feliz y no tengo necesidad de esconderlo; es ahí cuando quiero ser también esa seguridad que, puedo sentir que busca, una que le sepa diferente a su paladar y en la que descubra nuevos sabores que se ha ganado por ser tal y como es... única.

Por eso he venido a hacer esta terapia, porque mi mente colapsa con cada movimiento e imagino que sería un peligro, desatar la fuerza de lo que ella esconde, con más de mil candados, bajo esa piel de artista, tras esa mirada sencilla... ustedes... que son los profesionales de la mente, psicólogos y hasta un poco locos, decidme la razón de esta casualidad tan irracional.

Y como bien les he confesado, no sería capaz de explicarlo, porque las mejores cosas, las inevitables, carecen de una explicación lógica y es por ellas, que el mundo no se ha convertido en una esfera aburrida, de esas de cristal que agitas para que nieve pero como todo adorno, acaban cubiertas de polvo... será porque las cosas artificiales, siempre necesitan de algún algoritmo que las eche a andar, o en el mejor de los casos, que se lo pidas otra vez... pero un día me enseñó que... si tengo que pedirlo... entonces ya no lo quiero.

Sí, ya sé que es complicado de entender, incluso para unos expertos en el tema, pero si han de poner algo en las crónicas, dejadlo en blanco, dejad que sea yo quien redacte cómo sucedieron las cosas y no le hagáis final, porque si es la vida aquello que da comienzo a lo que la muerte termina, será infinito, como sus ojos, en el camino de ser encontrados por los míos. Eso es todo.

ConsultasWhere stories live. Discover now