Capítulo 2: La canción

1 0 0
                                    

Amara
Primer día de mi segundo año en Kennedy, el instituto privado de Australia.

La alarma había sonado hace un rato a penas pero casi no pegué el ojo en toda la noche así que decidí dormir cinco minutos más. Además no estaba de humor para tener que soportar a los profesores.

—Señorita —escuche la voz de Kenny, el alemán que era mi vecino— ¿Se siente enferma? —dijo con su característico acento arisco.

—No —contesté en un susurro acurrucándome aún mas sobre la almohada.

—¿Y por que faltaste que clases?

¡Espera! ¿¡FALTE A TODAS LAS CLASES DE HOY!?

Intenté salir de la cama rápidamente pero mis piernas se enredaron entre las sabanas y terminé cayendo de cabeza al suelo.

¡Demonios!

¿"Demonios" es en serio?

Lo sé tengo que soltar un poco mas mi vocabulario.

Suenas como una cerebrito.

—¿Estas bien? —era la segunda vez que el alemán me preguntaba sobre mi estado.

—Si, digo no —tartamudee y me tome un segundo para ordenar mis pensamientos— ¿Hicieron algo importante?

Buena pregunta.

Empecé a buscar ropa "adecuada" para ir a justificar mi falta, mientras tiraba por todo el cuarto las prendas que no me convencían.

—No, solo tienes que ir a recoger tus libros —contestó él, yo seguía tirando las prendas por toda la habitación — Señorita ¿Esto es suyo? —volteé de reojo y vi a Frederick, totalmente rojo.

¿Que clase de ruso lleva de nombre "Frederick"?

Es alemán, y creo que su madre es británica, por eso lo del nombre.

Con razón.

—Señorita... —titubeo.

—¡Frederick! No ves que estoy ocupada —lo volteé a ver fulminándolo con la mirada hasta que vi lo que tenía entre sus manos.

Un alemán pervertido.

¡Mi única tanga roja!

Aún recuerdo ese día.

Lo dices como si fuera muy interesante, lo único que paso fue que compre esa ridiculez para impresionar a... y luego. Ya no importa, lo importante es quitarle eso de las manos a Frederick.

—No tengo idea de como llego eso ahí —dije, riendo nerviosamente, arrancándole la prenda de las manos. Él seguía sin decir nada y rojo hasta las orejas —En un rato iré a la biblioteca a recoger los libros ¿Quieres acompañarme? Ya sabes para ir a comer algo por ahí tal vez —propuse cambiando el tema de la tanga pero él solo se fue, salió casi corriendo del departamento. ¿Será que no le gusta el color rojo? O no le gusta la comida de aquí.

O tu estas muy ciega y no te das cuanta que le gustas.

¿Yo?

No, yo. Obvio tu, solo que sufres de ceguera crónica.

No creo, seguro le gusta la rusa de la clase de Química avanzada.

Piensa lo que quieras Dora.

¿Dora?

Por lo ciega.

Eso me tenso y un nombre vino a mi mente, de inmediato sacudí la cabeza evitando pensar en esa persona.

Has llegado al final de las partes publicadas.

⏰ Última actualización: Oct 04, 2021 ⏰

¡Añade esta historia a tu biblioteca para recibir notificaciones sobre nuevas partes!

Visto desde otra perspectiva | Libro [#2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora