- He encontrado el amor.
- Esta es la vigésima vez que dices eso en el último año. Literalmente.
- ¡Cállate Kook, esta sí es de verdad!
Porque una atracción de autobús, solo se hace más fuerte entre fotos con flash y platillos de comida china.
🍤Por...
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- Sol solecito, caliéntame un poquito. Por hoy, por mañana, por toda la semana...
La chillona voz de aquel pequeño niño que se encontraba a escasos pasos de distancia junto a quien suponía debía ser su madre, me hacía sentir como si un taladro estuviese perforando mis sienes.
Había calor, sin embargo, no un calor de esos que te llevan a pensar: "sería un lindo día para ir a la playa", sino uno de los que te hacen considerar el suicidio como una opción.
Bien, la diferencia entre ambos no sabría explicarla, pero espero que se entienda mi punto.
Volviendo al tema, estaba de pie bajo el techo de soporte dudoso de una parada de autobús, rodeado de un mediano grupo de personas y tratando por todos los medios que el sudor que escurría por cada maldito rincón de mi cuerpo (incluso donde no se suponía que lo hiciera), no arruinara mi imagen y manchara mi traje.
Maldita la hora en la que decidí llevar ese conjunto gris claro. Sí, me quedaba fenomenal, pero mierda, no se acoplaba a las condiciones climáticas. Bueno, tampoco a mis condiciones emocionales, pues una parte de mi desastroso estado se debía a la asquerosa bola de nervios asentada en mi estómago.
Razón número uno de mi inquietud: tenía una entrevista de trabajo a la que, como es de suponer, me dirigía, y la propia era la causante de mi formal manera de vestir.
Razón número dos: el jodido transporte que según mis planes debía dejarme a una cuadra del lugar, llegaba con diez minutos de retraso. Y como vivía en Corea del Sur, ni siquiera podía decir "maldito país tercermundista". En fin, lo que callamos los del primer mundo.
Razón número tres: el puto niño y la letra de su cancioncita. Era absurdo, no obstante, escucharlo no solo provocaba dolor de cabeza. Además, me llevaba a sentir que las temperaturas eran más altas de lo que probablemente lo fueran. Como cuando te haces pis y alguien te dice "imagina que estás en una cascada" o empieza a tomar agua delante de ti. Mágicamente sientes más ganas aún de orinar.
