- He encontrado el amor.
- Esta es la vigésima vez que dices eso en el último año. Literalmente.
- ¡Cállate Kook, esta sí es de verdad!
Porque una atracción de autobús, solo se hace más fuerte entre fotos con flash y platillos de comida china.
🍤Por...
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- ¡Jin, ya está listo el pedido de la mesa tres!
Si los comensales que habían ordenado esas cuatro raciones de sopa Wan Tan llegaban a estar un poquito más lejos, hubiese perdido el brazo con el que llevaba la bandeja.
Definitivamente los dueños del restaurante no habían tenido en cuenta la salud de los camareros a la hora de elegir la vajilla, o eso era lo que me daba a entender los innecesariamente pesados cuencos donde yacían los humeantes caldos.
Era un día como cualquier otro, tan típico que resultaba aburrido. En ese instante, me hallaba cumpliendo mis funciones diarias en Dia Boa Lu, el restaurante especializado en comida china donde trabajaba como camarero desde que tenía 20 años.
Normalmente, mis jornadas se extendían de dos a seis, solo cuatro horas para poder ser productivo en el trabajo a la par que me dedicaba a los estudios, y algún que otro fin de semana realizaba horas extra para sacarme unos quilillos de más. Eso había cambiado desde hacía diez días, donde había rehecho mi contrato y ahora, en vez de ser un empleado a tiempo parcial, lo era de tiempo completo.
Esta modificación se debía básicamente a la finalización de mi carrera, y como ya no tenía que tratar de mantener un promedio ni que comerme los libros hasta altas horas de la madrugada para garantizar buenas notas, me sobraba el tiempo libre.
No era que aquellos fueran mis planes, de hecho, resultaba bastante decepcionante que ese fuera mi caso, pero por el momento no quedaba de otra, y de algo tenía que vivir mientras me planteaba qué hacer con mi futuro.
Luego del fatídico resultado de mi entrevista (no entrevista) de un mes atrás, las cosas no fueron mucho mejor.
Quién sabe si de haberme presentado hubiera tenido la suerte de ser elegido para el cargo, sin embargo, no tuve la dicha de llegar al punto de encuentro. No obstante, seguí intentándolo y entre esa fecha y la actual, debí haberme postulado aproximadamente a nueve puestos más en diferentes locaciones, y ni siquiera fui tomado en consideración en alguno de ellos.
"No das el perfil".
"Buscamos a alguien con experiencia".
"No creemos que tengas la edad suficiente".
"Con esa cara probablemente te iría mejor de modelo que de contador".
Y un largo número de etcéteras componía la extensa cantidad de rechazos.
Fue jodido.
Cuando me gradué, tenía todo el optimismo del mundo. Creí que sería fácil, sencillo, que simplemente por tener un título universitario podría arrasar con todo a mi paso; mas la realidad se presentó con tanta fuerza que metafóricamente sentí como si me hubiese dado un puñetazo.