1. Azul cielo

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22/12/2007

Colin Miller


Era otro día lluvioso en el hospital. El aire era frío, y eso estaba haciendo la noche más pesada. Me encontraba angustiado, aburrido y cansado.

Solo tenía seis años y sufría una neumonía desde hacía un par de meses. Mi hermano pequeño, Darren ya estaba dormido en casa junto a Wilson, mi hermano mayor.

Mis padres trabajaban, pero yo sabía que volverían en un pequeño rato, o al menos eso me indicaron. Eran la una y dos minutos de la mañana y yo seguía sin dormir. No tenía sueño pero sí un insoportable dolor de cabeza. Pues claro, joder, me pasé el día tosiendo.

Tenía familiares que habían fallecido de enfermedades respiratorias y me asustaba bastante pensar en ello. Era solo un niño pequeño, tan indefenso, el mundo me parecía tan desconocido y confuso. Aún así, en circunstancias normales, yo era demasiado enérgico, tanto que a veces quizá podía llegar a cansar a Wilson o a mis propios padres. 

Me di la vuelta en la cama, otra vez, en otro intento de quedarme dormido. Abracé fuerte mi peluche y evité toser una vez más en toda la noche. Por momentos sentía la noche eterna.

Confiaba en que el siguiente día sería mejor y podría recuperarme pronto. Una hora después me encontraba dormido.

Pero el siguiente día no fue mejor. Las lágrimas se deslizaban por mis mejillas sin detenerse. Me encontraba en unos extraños pasillos del hospital. Estaba totalmente perdido y adolorido. Llevaba un buen rato buscando la maldita habitación. Habría pasado como mínimo media hora desde que emprendí mi búsqueda. 

Estaba asustado, nadie se encontraba a mi lado y esos pasillos parecían no acabarse nunca. Al final, rendido, me detuve, dejé de caminar buscando y sollocé pensando que no encontraría a mis padres, ni siquiera la habitación. ¿Por qué mierda estaba solo otra vez?

Cuando me encontraba perdido y desconsolado, sentí la mirada de alguien a lo lejos. Dirigí mi vista hasta el final del pasillo para saber quién estaba observándome. Pude observar a una niña, parecía de mi edad. Ella me miraba confusa sin decir nada. No tenía ni idea de qué hacer o que decir, solo la observé asustado.

Nunca había tenido muchos amigos, a pesar de intentarlo. Creo que pensaban en mí como el rarito de las clases. Yo siempre trataba de socializar pero nadie nunca había sido agradable conmigo, siempre actuaban con rechazo hacia mí.

La pequeña chica iba vestida con el traje del hospital que cubría su cuerpo. Sus ojos azules me observaban, parecía tan inofensiva y angelical. Su pelo era largo y de un castaño oscuro, estaba algo revuelto y sus dedos de las manos estaban entrelazados. Me di cuenta de que sus ojos azul cielo seguían en mí.

Lo que yo jamás imaginaría era que esa mirada cambiaría toda mi vida.

Seguí observándola sin tener ni idea de qué hacer. Estaba muy nervioso y seguía entre sollozos. Antes de que pudiera acercarme, ella se acercó a mí con la confusión presente.

—¿Te encuentras bien? —Preguntó un poco nerviosa.

Esa era la pregunta que siempre había necesitado. Y lo más importante, ese fue el comienzo de mi felicidad.

—Sí, sí, solo me he perdido —respondí quitando las lágrimas con el dorso de la mano. Esperaba que mis mejillas no estuvieran tan ruborizadas como las notaba. 

La chica continuó observándome en silencio por unos segundos, que me parecieron minutos. 

—¿Vas a tu habitación? —Dijo ella por fin—. Te ayudo. 

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⏰ Última actualización: Dec 30, 2021 ⏰

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