Día 9: Ladrón.

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–¡No dejen que se escapé!–

–¡Esta vez debemos atraparlo!–

–¡No huyas maldito!–

El de sombrero de copa negro y parche en el ojo izquierdo sonrió de lado, observó por su derecha como los pobres policías corrían detrás de él y no pudo evitar sentir un poquito de pena por ellos, sin embargo, la diversión pudo más y aumento la velocidad. Uno de sus hombros servía de apoyo para llevar aquel sacó lleno de oro, joyas y hasta una pintura bastante valiosa que había conseguido después de que a algún idiota se le haya ocurrido que caería en una trampa tan obvia, ¡ja! término llevándose todo sin que tuvieran alguna oportunidad para agarrarlo.

–¡Alto! ¡detente!– escuchó otro grito y negó sin dejar de sonreír. Se percató de que las azoteas de los edificios se le estaban acabado, está prácticamente era la última.

Así que decidió dejar de jugar y activar lo que siempre usaba para escapar de mejor manera, de su gabardina oscura con el fondo lleno de lentejuelas azules saco una cajita de regalo, tiró del lazo celeste y de ella salieron seis globos de colores lo bastante grandes como para aguantar su peso, justo al mismo tiempo cuando saltó del ultimo techo dejando a los policías maldiciendo y muy desconcertados.

¡Sorry gentlemans~! ¡Tal vez la próxima lo logren! ¡Arivedercci!– y así es como se de pidió de aquellos hombres uniformados para luego reír con vigor, feliz de haber completado otra vez un robo con éxito.

No esperaba que su vida cambiara en tan solo veinticuatro horas después.

[...]

–Benos días Karamatsu– sonrió una agradable y muy dulce mujer desde la cafetería al lado de la floreria que le pertenecía al joven que recién había saludado.

–Buenos días a usted, señora– devolvió el gesto el de delantal azul, se veía de muy buen humor, comí todos los días.

–Te ves de buen humor hoy ¿algo te a pasado recientemente Karamatsu?– interrogó la femenina colocando el pizarron que utilizaba para anunciar los precios y si tenía algo especial ese día.

Kara se encogió de hombros sonrojándose un poco por su entusiasmo, pero negó con la cabeza.

–No realmente, solo me siento como si hubieran robado todas mis preocipaciones... parece que solo dormí bien– la sonrisa que le dio al final fue bastante tranquila, aunque detrás de toda esa fachada solo reía de lo ingenua que podía ser la gente.

–Me alegro por ti Karamatsu– dijo con sinceridad la mujer– bueno, te dejó, debo de ir adentró, te veo a la hora del almuerzo.

Ella se despidió de Karamatsu y este solo agitó la mano de un lado hacia el otro. Ah~ realmente era un fantástico día.

¿Qué podía estropearlo?

Solo se encogió de hombros sin saber como responder a su pregunta y regreso adentro de la floreria, tenia cosas que hacer... sin notar que cierto chico de boina roja y tapabocas blanco lo veía del otro lado de la calle, interesado en su bonito negocio.

[...]

Definitivamente había algo que si podía arruinarlo todo. Maldita sea. ¿Qué rayos hacia otro ladrón ahí? ¿a caso no habían más lugares en este mundo para saquear?

–Hey, oye, sorry, but ¿qué haces aquí?– la voz grave y molesta del "Ojo parchado" alertó al otro que se encontraba delante de una vitrina admirando el gran diamante que estaba reposando sobre un delicado cojín de terciopelo.

–Nada que deba de interesarte, idiota– gruño el de capa negra con fondo morado, similar a la suya, cabe recalcar.

¿A caso lo estaba copiando?

No obstante, le impresionó la forma en la que sacó la gema sin que nada sonara y sin romper la caja de vidrio, un círculo tan pulcro y profesional. Esto solo le dio la alerta de que ese hombre que lo rodeaba un aura llena de oscuridad era alguien y de quien debía cuidarse muy bien.

–Lamento informarte que si es de mi interés qué rayos haces aquí– reclamó el de parche cruzándose de brazos, su mirada irritada y sus cejas fruncidas daban la imagen de que estaba enojado, lo cual, muy pocas veces sucedía– este es mi lugar, boy~.

El desconocido chasqueo la lengua y finalmente se volteó.

Y ese fue el inició de todo, sus ojos se toparon y no pudieron evitarlo, mientras el ladrón desconocido retenía el aire y temblaba por lo que había sentido, Karamatsu jadeaba sintiendo el corazón pesado y el estomago revuelto.

¿Qué mierda había sido eso?

Su cerebros habían dejado de funcionar y la necesidad de acercarse recorría con espeluznante fuerza sus cuerpos. Esto era sorprendente, y muy aterrador.

Pero nadie tuvo el tiempo suficiente a decir o hacer nada más porque se escucharon como pasos apresurados y voces se acercaban hasta donde estaban los dos, se tensaron despegando la vista del contrario -por más forzoso que hubiera sido- y vieron el momento en el que varios policías entraban.

–¡Alto ahí y pongan las manos arriba!– ordenó el que estaba a cargó, no pasaron ni cinco segundos cuando en lugar estaba cubierto de humo púrpura y ahora dos ladrones corrían sin descanso por los altos edificios.

–¡Nos volveremos a ver idiota parchado!– se desvío el de morado saltando hacia otro techo -eso le recordó vagamente a un gato-, alejándose de un impresionado Karamatsu.

Sin embargo, la sonrisa brillante y hermosa que le dedicó, hizo que el de cabellos rebeldes alzará una ceja curioso e irritado.

¡Of course my boy~! ¡más rápido de lo crees!– río mostrándole en lo alto el diamante que el de morado había robado anteriormente y que ahora se encontraba entre sus manos. El de cabello alborotado gruño furioso, pero el guiño que Kara le dio hizo que perdiera todo aquel enfado en tan solo segundos– ¡arivedercci my little kitty!

Y con ello emprendió a su huida como siempre, dejando esta vez más intrigado, molesto, emocionado y tal vez un poco excitado al nuevo ladrón que había aparecido tan derrepente como el primero en Londres.

»Maldito ladrón doloroso.«

Ichimatsu se alejó de ahí, sin saber que no había sido el único saqueado de esa noche. Él había capturado el corazón del temido "Ojo parchado".

[...]

Era un nuevo día para Karamatsu y como todas las mañanas despues de alistarse, desayunar y saludar a su amable vecina, las puertas de su floreria eran abiertas para todas y todos aquellos que quisieran de sus hermosos ramos y arreglos.

Cuando estaba regando las margaritas, la campanita de la entrada sonó y él con una bonita sonrisa se dispuso a atender a quien había ingresado.

–¡Bienvenido a Akatsuka Flower! ¿puedo ayudarte en algo?– interrogó el florista, se acercó al chico de suéter amarillo y cuando conectaron miradas... algo fue tan jodidamente familiar.
–Mm... estoy buscando flores bonitas... soy artista y necesito material– se encogió de hombros ignorando la sensación tan conocida para él. ¿Un dejavú tal vez?

Sin embargo, el ya estaba enamorado. Ese maldito no solo se había robado su diamante... sino que también su podrido corazón.

–Oh si, si claro, puedes ver por aquí, tengo variedad de macestas que tal vez podrían gustarte– Karamatsu salió de su cabeza y le sonrió indicándole al joven artista que le siguiera. Su corazón seguía acelerado y no entendía el por qué.

Una historia de dos ladrones que no solo son buenos en lo que hacen, sino que también, expertos en el robo de corazones.




Fin
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Día 9/ Ladrón •Ichikara• [Osomatsu-san] #fictober2021Donde viven las historias. Descúbrelo ahora